Sobre Apocalypsis, dirigida por Lemi Ponifasio
En enero de 2013, cuando el Festival Internacional Santiago a Mil presentó por primera vez un trabajo de Lemi Ponifasio –Birds with skymirrors, en el Teatro Municipal de Santiago–, convencí amable pero insistentemente a mi amigo y colega Jörn Weisbrodt, director artístico del Luminato Festival de Toronto, para que adelantara sus pasajes a Santiago y llegara a tiempo a tiempo para ver la última función de Birds.
El encuentro entre los dos –después de la función, Lemi y Jörn se sentaron juntos durante toda la cena que compartimos junto a la compañía de Ponifasio, MAU, y el equipo de la obra de Robert Lepage The far side of the Moon, legendaria noche que terminó con Carmen Romero compartiendo un pie de cueca– fue el comienzo de un encuentro que decantó en un gran trabajo, a una Apocalipsis en el verdadero sentido de la palabra –una ópera con más de 1.000 participantes en escena que se estrenó a fines de junio en el Luminato Festival. Se trata del espectáculo más grande que el festival canadiense ha comisionado hasta ahora, en términos de tiempo de preparación, cantidad de participantes y otras dimensiones.
Estas son apenas mis impresiones sobre mi viaje para poder decir que esta ópera Apocalypsis de Murray S. Schafer, dirigida por Lemi Ponifasio y conducida por David Fallis, comisionada por el Luminato Festival de Toronto, fue la experiencia más asombrosa que he vivido en términos de teatro musical.
Debido a la dimensión de esta obra creada por el compositor canadiense de 82 años Murray S. Schafer –más de 20 coros de todo Canadá, por nombrar sólo algunos de los cantantes que participaron en este Apocalipsis– los mil cantantes, músicos, bailarines y comunidades crearon un encuentro artístico único, probando para qué están los festivales: para crear momentos únicos. La idea de Jörn de reunir a estos artistas fue generosamente respaldada por tres funciones prácticamente agotadas en el SONY Center (espacio para 1.700 personas), pero sobre todo por la belleza y goce de ver un SONY Center efervescente antes del show, con todos sus espacios siendo disfrutados por gente de todas las edades y todas las extracciones sociales, todas las comunidades de esta ciudad multicultural habían entrado a esta enorme nave. Fue como un viaje interminable junto al underground de Toronto, como dijo Jörn en una de sus reveladoras introducciones. Mientras hablaba, se escuchaba al coro de niños ensayando, como voces de ángeles cantando, llenando el repleto foyer con una tranquilidad pacífica, donde se abrían momentos para que cada uno escuchara su propia existencia, como dijo Lemi Ponifasio en su breve intervención junto a Jörn.
Para citar una voz entre las miles de cartas que fueron enviadas al equipo artístico, aquí hay una que encontré publicada en un diario:
“¡Todo lo que puedo decir es que fue el mejor espectáculo que Luminato ha programado jamás! Es sobre la destrucción y el renacer, muy basada en la Biblia, pero incluso si no has leído las Revelaciones o Isaías, igual la entenderás. En términos de apariencia en el escenario es muy simple y compleja al mismo tiempo, y la música es bella, atrapante y sagrada. Quedé atónito. Si el escenario hubiera sido un altar, hubiera caído rendido de rodillas. Llevo 12 años trabajando en un teatro, he sido mecenas la mayoría de mis 42 años de vida y es la mejor cosa que he visto JAMÁS. La mente: alucinada. Posiblemente sin reparación. ¡GRACIAS LUMINATO!” – The Star.