Santiago a Mil presentará por primera vez en Chile a Dimitris Papaioannou
Dimitris Papaioannou (Atenas, 1964) es considerado uno de los grandes creadores griegos del último tiempo. Con una puesta en escena que sorprende y lleva a la reflexión profunda sobre la existencia del hombre, ha sido reconocido por la crítica y el público a lo largo de 30 años de trayectoria, hecho que se podrá ver reflejado en su último montaje, Still life, que llegará por primera vez a Chile en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil 2016.
El griego fue fundador y director durante 17 años de la ahora extinta compañía Edafos Danza Teatro, y ganó reconocimiento a gran escala como director creativo de las ceremonias de apertura y cierre de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y de los recientes Juegos Europeos de Baku 2015.
Papaioannou, que también es pintor, ilustrador y dibujante de cómics, ha creado y ha sido parte de más de 40 montajes, entre los cuales destacan Nowhere (2009), homenaje a la coreógrafa y bailarina alemana Pina Bausch; Inside (2011), que consiste en una instalación teatral de seis horas; y Primal matter (2012), pieza con la que volvió a aparecer él mismo sobre el escenario después de una pausa de diez años.
Su enorme aporte a las artes fue destacado en un ranking del diario El Mercurio de 2012 titulado “Los grandes artistas que todos quieren ver en Chile“.
Con todo este trasfondo Papaioannou llegará a Chile a presentar Still life, montaje que desde el mito de Sísifo nos plantea interrogantes sobre lo tangible y lo terrenal. “Cada ser humano tiene que inventar su historia de supervivencia, incluso a pesar de saber que la muerte es la única verdad innegable. Nuestra dimensión material está condenada a agotarse. Nuestros corazones claman por encontrar sentido y eternidad”, señala.
La gira mundial de Still life comenzará en el Piraeus Municipal Theatre de Atenas, para luego recorrer Francia, Italia, Suecia, Portugal y finalmente Chile, donde se presentará durante el festival Santiago a Mil. En escena se podrá ver al propio Dimitris Papaioannou, quien volvió a las tablas después de una larga pausa. “Paré por diez años, después de asumir que estaba demasiado viejo para seguir haciéndolo. Pero hace tres años, como soy un hombre tonto, empecé a actuar de nuevo. Me gusta, me permite una forma de conexión diferente con mi trabajo y mis compañeros de performance. Siento que estoy asumiendo otro tipo de riesgo cuando estoy delante del público”, explica Papaioannou.
Para crear Still life, ¿por qué decidiste trabajar con el mito de Sísifo? ¿Cuál es tu conexión con él?
Como sucede con muchos arquetipos, llega un momento en la vida en que te das cuenta de tu conexión con ellos. Todos los humanos encontramos conexiones profundas con arquetipos comunes –sabemos quién es Narciso, y Edipo, y Sísifo. Sísifo engañó a la muerte y fue castigado por los dioses con una irónica forma de inmortalidad: tenía que empujar una roca colina arriba hasta la cima, para que desde allí cayera por su propio peso. De nuevo. Por siempre. Cada día tiene que empezar nuevamente y ganar su propio significado a través del trabajo.
Cada ser humano tiene que inventar su historia de supervivencia, incluso a pesar de saber que la muerte es la única verdad innegable. Nuestra dimensión material está condenada a agotarse. Nuestros corazones claman por encontrar sentido y eternidad. Todos estos pensamientos rondan mi cabeza cuando pienso en este mito. Más aún, la crisis financiera actual en Occidente podría claramente considerarse “sisífica”, y, como todos saben, se ha sentido intensamente en Grecia.
¿Cómo describes la relación del ser humano con su entorno a través de los elementos naturales presentes en Still life?
Bueno, la acción ocurre bajo un gran cielo, lleno de nubes, que tiene rayos de luz. Interactuamos con rocas y piedras, y con herramientas simples y objetos como una pala (para trabajar la tierra, y para enterrarnos a nosotros mismos cuando morimos), una escalera (para intentar alcanzar el cielo), y una mesa (para reunirnos y comer, juntos).
Pienso que usamos nuestros cuerpos en relación a estos elementos básicos, intentando dar luces sobre las conexiones realistas y surrealistas que sean posibles. Lo describiría como una lucha por el equilibrio entre lo pesado y la luz, lo trivial y lo eterno, el estado de alerta y el sueño, la torpeza y la gracia.
Sobre la danza como lenguaje, ¿qué te provee como creador en comparación con otras expresiones que también trabajas, como la pintura o el cómic?
Inevitablemente, no tengo claridad sobre esto. ¡Un espectáculo en vivo tiene el peligroso encanto de ser un desafío “sisífico”! Interactuar con otros humanos es complicado y, a veces, hasta doloroso, pero el sentimiento de comunidad es reconfortante para el corazón humano. Lo llamamos danza porque se trata de una presencia humana sobre el escenario sin un discurso hablado. La energía transmitida por cada forma de movimiento humano -o ausencia de movimiento- presentada en vivo delante de ti no se puede comparar con nada de lo que las artes visuales o el cómic son capaces de hacer.
Recientemente estuviste a cargo de la ceremonia de apertura de los Juegos Europeos de Baku 2015, experiencia que se remonta a las Olimpíadas de 2004. ¿Qué te llevó a aceptar esos desafíos?
Estos son desafíos en una escala enorme, y de hecho tengo curiosidad sobre qué tan íntimos y emotivos pueden llegar a ser estos espectáculos. Son proyectos extremadamente complicados, que implican comunicarse con y armonizar a cientos, incluso miles de personas. Además, son una conveniente forma de sobrevivencia financiera para mí. Me dan la libertad de seguir avanzando con mis experimentos creativos de la forma que yo quiera.