Reconocimientos en el teatro: ¿Falta de recursos o poca validez?
El lunes 2 de junio de 2014 pudo ser un día cualquiera, pero no lo fue. El actor Claudio Arredondo y la periodista Paula Molina bajaron del escenario del Teatro Principal del Centro Cultural Matucana 100, se apagaron las luces y con ellas, quizás la última vez que se entregaría el Premio Altazor. Tras varios meses de rumores, a principios de este año la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD), entidad organizadora del evento, comunicó que el certamen tomaba un receso por falta de financiamiento. Atrás quedaban los aplausos y galardones protagonistas de una de las instancias más importantes para las artes en Chile. Se bajaba el telón.
Considerado por Alejandro Guarello, presidente de la SCD, como “el único premio a las artes en Chile” y “el segundo premio más reconocido y respetado por la gente, tras el Nacional de Arte”, el Altazor no podía seguir en pie porque como organismo decidieron enfocar sus esfuerzos y recursos en potenciar la música chilena.
Por más de una década (primera versión en marzo de 2000), el Premio Altazor buscó homenajear, reconocer y promover las artes chilenas en todas sus disciplinas mediante la votación de sus propios pares, sin embargo, nunca estuvo exento de críticas. Así, el 10 de mayo de 2013 la directora y dramaturga Manuela Infante sentenciaba en el diario La Tercera que el galardón le parecía “una cosa elitista”, mientras que el también director y dramaturgo Luis Barrales indicaba que “no es un premio representativo”. ¿Fue éste otro de los factores de su término?
El director de orquesta y compositor reniega. “Los propios artistas se encargaban de resaltar cuando habían recibido un Altazor y le otorgaban a ese hecho una carga positiva que aportaba a la difusión y reconocimiento de su trabajo”.
Sin embargo, Ana Josefa Silva, directora del Círculo de Críticos de Arte, institución que desde 1955 se dedica a premiar lo mejor del año en torno a la cultura y las artes, es tajante en señalar que “la dificultad de obtener financiamiento, y también las transmisiones televisadas (el Premio Altazor se transmitió por última vez en televisión el año 2010), tienen mucho que ver con la actitud con que miembros de la comunidad artística han tenido en estas instancias”.
¿Faltó difusión y validez entre la misma industria? “Les faltó fe y entusiasmo. Si ellos mismos no creen en la relevancia que tienen las premiaciones, los festivales y todo aquello que genere sinergia, es imposible que algún otro -auspiciador, medio de comunicación- crea en la validez de esa instancia”.
El término de este Premio no sólo cierra una vitrina de reconocimiento importante para el rubro, sino que también evidencia la falta de encuentros que galardonen al teatro chileno y al mismo tiempo, aporten a su desarrollo laboral.
Nuevos espacios de reconocimiento
Atentos a esta problemática, un poco en juego y un poco en verdad, en 2008 los diseñadores teatrales Felipe Olivares y Juan Andrés Rivera crearon un evento independiente que reconoce a los artistas, realizadores y obras más destacadas de la escena teatral bajo en nombre Los Contadores Auditores Awards.
“Probablemente la dimensión que ha alcanzado esta instancia tiene que ver con una carencia de reconocimiento en el medio, pero un reconocimiento más cercano, humano, de reconocer en el otro a uno mismo y una lucha compartida”, explica Rivera.
En tanto, desde 2010 el Sindicato de Actores de Chile (Sidarte) realiza el Festival de Teatro de Egresos Universitarios Exit para quienes den sus primeros pasos en las artes escénicas, pero tampoco cuenta con un certamen que reúna a todos los sectores teatrales. No por el momento.
“Los reconocimientos deben ser en coherencia con la realidad nacional. No sacamos nada con llenar de premios a un sector que tiene tantas necesidades y falencias, los premios no deben ocultar una realidad con glamour, sino visibilizarlas”, dice Andrea Gutiérrez, Presidenta de Sidarte.
¿Podríamos hablar de una “crisis” para generar este tipo de instancias? “Para nada, creo que nuestro sector es unido, se quiere, se respeta, valora el trabajo del otro, pero no se engaña, sabe que dedicarse a esto es muy difícil y se resiste a hacer un show, quiere compromisos concretos y un avance real”, agrega la representante de Sidarte, quienes desde hace 2 años trabajan en una premiación para las Artes Escénicas que pretende destacar los avances del gremio, pero también poner las necesidades del sector.
Silva difiere: “Ojalá se visualizara como una crisis para que así se entienda que es urgente para los propios involucrados que se hagan cargo de esta realidad que está erosionando a toda la comunidad. Ha sido dañino el individualismo que han desarrollado algunos a partir de ciertos “estrellatos” que se constituyen en una barrera en la relación no sólo entre pares sino con los medios de difusión. Todo ello le hace daño al teatro en nuestro país”.