Paulina Urrutia y la dirección artística del Camilo Henríquez: “Queremos trabajar con el concepto de patrimonio vivo, usable y tocable”
Por Sergio Espinosa
A sólo media cuadra de la Alameda, por calle Amunátegui, un edificio de ocho pisos acoge al Círculo de Periodistas de Santiago desde mediados de los años 50. En la planta baja se ubica el Teatro Camilo Henríquez, cuya dirección artística está a cargo de Paulina Urrutia desde el 4 de mayo recién pasado. La actriz, directora y docente teatral tomó el lugar de Ramón Griffero, quien se trasladó al Teatro Nacional Chileno. Aunque asumió hace poco más de un mes, la relación de la actriz con este espacio tiene varios años. “Estuve acá cuando grabamos Ecos del desierto (2013), y el teatro, de hecho, lo ocupamos como un espacio de vestuario, ni siquiera tenía butacas. Estaba en condiciones casi de olvido, fue súper duro”, recuerda.
Hoy, el panorama es muy diferente. Gracias a un Proyecto Fondart del año 2014, el Teatro Camilo Henríquez se reincorporó a la Red Cultural de la Región Metropolitana. “Cuenta con todas las comodidades, con toda una capacidad técnica que permite el desarrollo de cualquier actividad y eso tiene que ver con la visión del Círculo de Periodistas, de recuperar este espacio y de volver a conectarse con la comunidad”, agrega la actriz.
En 2015, Paulina volvió a esta sala para presentar Prometeo, el origen, de Ramón Griffero. “Ahí mi vinculación con el teatro fue inmediata. No te puede decir que me pasó, pero fue como una cosa de la guata, fue muy especial y luego sólo se fue profundizando”, confiesa. Tan atraída se siente por este espacio que, en las funciones de La Amante fascista, en abril de este año, la actriz empezó a hacer visitas guiadas después de cada función. “Terminaba la obra y yo le contaba la historia del Teatro a la gente y los invitaba a hacer un recorrido, para que conocieran La Taberna (el restaurante), para que entráramos a camarines y para que pisaran el escenario. A mí me importa el matrimonio no como una pieza de museo estática, y trabajar para un gremio (el de periodistas), me llenó de ideas, me inspiró”, asegura.
El objetivo más inmediato de Urrutia es materializar todas las ideas que tiene, para eso ya está contactando a amigos para armar “un equipo técnico que me permita concretar todos los proyectos que tengo en mi cabeza”, dice. Uno de esos proyectos tiene que ver con el restaurante La Taberna, ubicado en la parte baja del edifico, un espacio que tiene bastante vida social de lunes a viernes a la hora de almuerzo donde hay más de 70 comensales de manera permanente, y que la artista quiere potenciar: “tenemos que habilitar toda una actividad nocturna”, dice.
¿Cuál es el desafío en esta nueva etapa como Directora Artística, Paulina?
Es muy importante para mi forma de trabajo que todo siempre sea una posta, y si tú no eres capaz de reconocer lo que había antes, no eres capaz de avanzar. Lo que ocurre con Ramón (Griffero) es bello, el trabajo que hizo en dos años, de posicionar esta sala y de toda la gente que invitó, eso no se puede perder. Al contrario, nosotros tenemos que completar el trabajo con peticiones que tiene el mismo Círculo de Periodistas. Porque el círculo quiere teatro, sí, pero también quiere música y quiere danza. Ya se hicieron unos primeros esfuerzos, que no resultaron del todo, y el desafío que tengo yo ahora es completarlos.
También tenemos que recuperar espacios, como por ejemplo los fines de semana con un teatro más familiar, también actividades dirigidas especialmente en áreas de formación a los liceos, a los colegios.
¿Te vas a enfocar sólo en la programación?
La gestión del espacio no sólo es a partir de lo artístico, sino que también otras unidades de negocio como la sala de ensayos que nosotros tenemos, espacios de formación y de talleres que hay que ir habilitando de a poco. El círculo tiene convenios no sólo con liceos de Santiago, también de Quilicura e Independencia, ahí hay varias cosas que podemos ir desarrollando y todo eso va más allá de la programación. No voy a velar solamente por tener una buena oferta en términos artísticos, esta es mi casa y una casa no es solamente quienes viven adentro, sino que también los rastros que vamos dejando en estos espacios. Queremos tener otra relación con el público, una relación más directa.
¿Por eso hacías las visitas guiadas después de las funciones?
La gente comprendió que no solamente ibas a tener la experiencia de ver teatro, sino que además ibas a poder tener una experiencia de memoria en el teatro. Es recuperar memoria, pero recuperarla con vida, con creación y la gente está ávida de tener experiencias así. Con esto vamos recuperando uno de los rituales que había antes, que era que la gente esperara a los artistas y que los saludara a la salida de la función.
¿Cómo crees que se está haciendo la gestión cultural en nuestro país?
La gestión en nuestro país está hecha por profesionales, pero con una mirada siempre cortoplacista, es gestión que en el fondo es producción. Porque la gestión tiene que ver con dos cosas, reúne la dirección con la operatividad. Antiguamente un director mandaba a hacer y había gente que hacía, cuando aparece la gestión tu reúnes el liderazgo con la operación. O sea, tú tienes visión, pero al mismo tiempo eres parte de la ejecución, o haces que tu equipo se sientan parte de esa visión. En el fondo, tú tienes que ver las dificultades de cada día, los problemas, pero sin perder nunca lo que se tiene por delante, el objetivo mayor.
¿Eso fue lo que intentaste hacer como Ministra?
Nosotros cuadriplicamos el presupuesto de cultura para hacer los centros culturales que hoy en día tú conoces, que inauguró el gobierno de Sebastián Piñera, pero ahí están. Tú no puedes gestionar solamente en base a las necesidades, siempre tienes que tener puesta la visión a mediano y largo plazo. Yo me siento súper orgullosa de trabajar para la realidad local, para la gente de hoy y, sobre todo, con una mirada hacia el futuro.
Los centros culturales fueron un tema importante en tu gestión en el Consejo de la Cultura y las Artes, en ese periodo se gestó la creación del GAM
Cuando creamos el Gabriela Mistral fue con el concepto de un centro cultural 2.0. Primero, porque iba a haber sólo una sala de teatro para otros formatos, para que no compitiera con ninguno de los teatros que ya existían en Santiago. Era precisamente para dar un salto en términos creativos, porque obras para desarrollar en espacios como el Camilo Henríquez o el Teatro Nacional, eso ya existía, en cambio obras para un teatro de 2.000 personas, es un salto que te da la infraestructura. El edificio B que es hoy en día, eran solamente espacios de ensayos donde la gente se pudiera vincular, de manera que los procesos se abrieran a la comunidad en un edificio público. La visión de la gestión era que tenias un edifico gigante que era mitad oficinas para arriendos, un hotel tres estrellas para residencias de artistas y unidades de negocios como restaurantes y tiendas. Estaban financiados hasta los estacionamientos, porque sabíamos que podían ser un foco de plata. Siempre estuvo pensado que el arte no podía financiar esos espacios.
Este tipo de cosas es mirada de política pública, de visión, crear un centro que no compitiera con los demás. Ahora, si tu conviertes una sala de ensayo en una sala, obviamente que compites con espacios como La Memoria, con espacios que han sido levantados con el esfuerzo de la independencia y que son espacios que la gente necesita para ir generando sus propios proyectos, pero bueno… se harán más adelante.
El financiamiento siempre es un tema importante en la gestión cultural…
Me interesa el trabajo en redes de colaboración, ¿por qué no la empresa privada?, que se entusiasme con un espacio que en si mismo es parte del patrimonio cívico de nuestro país. Permanentemente queremos trabajar con el concepto de patrimonio vivo, usable y tocable. Que nadie tenga miedo. Para mi el foco es no vivir del arte, siempre hay que generar otras plataformas, para tener otra relación con el mundo artístico y con los espectadores. Los fondos públicos no pueden seguir apostando a la creación. Ya es el momento en que inviertan en difusión, en redes, conexión, en programaciones que sean colaborativas, sino es absurdo.