Obra de Santiago Loza revela los secretos del café con piernas chileno
En el centro de Santiago –y otras ciudades del país-, no resulta raro encontrar locales que ofrecen café. Atendidos por mujeres que lucen pequeñas prendas de vestir, el público mayoritariamente masculino asiste a estos lugares para disfrutar no sólo de una taza de brebaje, sino que también de compañía, de conversaciones, de belleza.
Fue este mundo el que quiso retratar el cineasta y dramaturgo argentino Santiago Loza (La mujer puerca), luego de recibir una invitación de Javier Ibacache, ex director de Programación y Audiencias del Centro Gam. Ya en la capital chilena, el autor trasandino conoció al equipo detrás de la exitosa obra Hilda Peña (integrado por la directora Aliocha de la Sotta, la diseñadora Rocío Hernández, la actriz Paula Zúñiga, y el músico Fernando Milagros), con quienes trabajaría el proyecto.
“Fuimos juntos a los café con piernas y se los presentamos a Santiago”, recuerda Paula Zúñiga sobre la primera etapa de creación del montaje. “Yo logré una entrevista con Carolina, una niña que trabaja en un café con pierna. Hablamos con ella, abrió mucho su vida y él escuchó. Escuchó y siguió escuchando”, agrega.
A medida que fue avanzando la investigación grupal y en terreno, el proyecto originalmente pensado como un monólogo a cargo de Paula, empezó a cambiar de rumbo y terminó por transformarse en un montaje con dos actrices más, siendo Coca Guazzini y Caro Quito las escogidas. Bajo el nombre de Un minuto feliz, cada una de ellas interpretaría a una de las trabajadoras del café con pierna, pero en diferentes etapas de su vida: la chica aprendiz, la que lleva un tiempo y la que está a punto de jubilar, pero que no haya cómo hacerlo porque ese lugar es su casa, su vida. Todas ellas esperan a que algún cliente entre al café en el que trabajan, pero nadie aparece.
“Cuando leímos el texto, nos dio mucha emoción porque es un trabajo escrito por un hombre, pero que tiene una gran profundidad de mujer”, explica Paula Zúñiga sobre el texto del escritor argentino. Y agrega: “Para mí fue impactante su forma de escritura, porque es muy nostálgica y melancólica, extraña, sin una forma aristotélica, que es la normalidad de las obras. Es muy interno lo que cuenta sobre estos personajes, que son seres que no valen en esta sociedad en la que estamos, donde somos seres funcionales. Eso es lo más potente del texto”.
La puesta en escena, a cargo Aliocha de la Sotta, también se trabajó en diálogo con el dramaturgo, a pesar que “el no pidió nada en particular”, asegura la directora. “Personalmente me puse como meta el montaje del texto sin variaciones. Sobre todo me interesaba poner una mirada nueva sobre ese lugar naturalizado por nosotros los chilenos, intentar ver con los ojos de un extranjero que se sorprende antes esos lugares. Ese trabajo. Esas mujeres”, agrega Aliocha.
Además de las voces de las mujeres trabajadoras –que comparten sus almas y su soledad entre ellas y para el público-, cada una de sus historias se verá atravesada con una parte histórica, que es el comienzo de los café del minuto feliz, en los años 70, y lo que pasa hasta el día de hoy. “En los años 90 aparece este boom de destape chileno, que es como el minuto feliz, pero que duró eso y se acabó. Eso también lo representa mucho la obra, ese destello de felicidad al que uno puede aspirar, pero que se apaga”.
Luego de su estreno en junio, Un minuto feliz se presentará hasta el 27 de noviembre en la Sala N1, Edificio B, del Centro GAM (Av. Libertador Bernardo O’Higgins 227, Metro Universidad Católica). Las funciones -para mayores de 14 años- son de jueves a sábado a las 21 horas, y los domingo a las 20 horas. Las entradas, que tienen valores de $6.000 general y $3.000 para estudiantes y tercera edad, están a la venta en la boletería del recinto y a través de Daleticket.