Inútiles: el montaje de Teatro Sur que ironiza sobre la élite chilena
Este 2 de junio se estrena el quinto montaje de la compañía Teatro Sur, Inútiles, en el marco del sexto ciclo Teatro Hoy. La obra, cuenta e indaga sobre las bases que constituyeron la república de Chile, fundamentada en el clasismo y el racismo, a cargo de una familia oligarca compuesta por La Doña, El Hacendado y La Hija, quienes reciben al Obispo en una celebración de origen norteamericano, muy alejado de la realidad.
Allí también se encuentra el esclavo, un hombre negro que se ve oprimido y obligado a servir. Éste personaje, junto a La hija, heredera de un sistema discriminatorio con las mujeres y además negada por ser mestiza; más El Monstruo, una mezcla de razas que llega desde otra época; representan todos aquellos que han sido víctimas del poder.
Para el director, Ernesto Orellana, resultaba importante conocer de dónde viene el problema del clasismo y arribismo que vemos latente en la sociedad actual, “nos ha interesado siempre cómo el poder se mete en los cuerpos, por ejemplo nos preguntábamos por el chileno de clase media que asume que el sistema lo consuma”, señaló.
Desde que la compañía se formó, en el año 2011 han indagado sobre este tema, “nos relacionamos con problemas marginales, el cuerpo oprimido y cómo el poder se mete a las relaciones sociales”, contó Orellana. En el montaje Inquieto (2011) la pregunta fue por el cuerpo que surge desde la minoría sexual, en Ensayo general (2013), nos hablan del cuerpo torturado y víctima de las violaciones a los derechos humanos, desde la perspectiva de un hijo. Luego en Los justos, la pregunta fue por ese cuerpo que se sacrifica por causa de la justicia, es decir el cuerpo del terrorista.
“En Inútiles la pregunta es por las clases sociales, por ese cuerpo del chileno y mapuche. A partir de este conflicto llegamos al problema del racismo y de la inmigración que está cada día más presente en Chile. Cada día llegan más inmigrantes afro descendientes, y es allí donde se ejerce la conducta racista”, explicó.
Para dar un enfoque a cabalidad, la compañía diseño una propuesta estética basada en el concepto de “metáfora viva”, que a través de elementos escénicos se da pie para simbolismos que enriquecen el relato. “Nos gusta poetizar en el espacio escénico y señalarlo como una gran metáfora de lo que estamos construyendo. La escenografía es un gran mosquitero como metáfora de una clase social que se quiere aislar del contagio de las otras sangres”, explicó el también dramaturgo.
En ese sentido, el vestuario es clave ya que si bien no es una representación fiel de aquellos años mantiene una carga histórica. Este fue diseñado por Muriel Parra y Felipe Criado, y “se inspira en los diseños de la época, viene a citar mediante la materialidad y las texturas ciertos lugares ideológicos que dicen relación con el vestuario hoy. Está muy relacionado a la moda, y al consumo”, adelantó el director.
En tanto que la música se encuentra a cargo de Marcelo Martínez, quien busca ironizar con las sonoridades sobre qué escucha la elite. “Es música épica, operática con referencias al barroco y neo barroco”, adelanta Orellana. También tiene guiños al pop, por ahí inclusive aparece Michael Jackson. Claramente no podía la presencia de los pueblos originarios Selknam, Kawesqar y Mapuche.
A esto se une el trabajo de Jorge Zambrano, quien ha participado en numerosos montajes de la compañía, a cargo de la dirección de arte. “La gráfica viene a denunciar una especie de terrorismo visual que puedan agredir a estas elites. La historia del arte de estos períodos, está pintada y está en los museos, no así las clases populares”, comentó Orellana.
A partir de todos estos elementos se busca aportar en la sátira, y en el humor negro a partir de la ironía, que va de la mano con el pensamiento crítico de la cultura que ha tenido desde sus inicios la compañía Teatro Sur.