I AM MAPUCHE: intenso ceremonial
A Lemi Ponifasio (Samoa) se lo define en primera instancia como coreógrafo. Es fundador de MAU, su compañía con la que trabaja desde 1995 con la participación de artistas de distintos campos, junto a intelectuales, activistas y líderes comunitarios. “Nuestro trabajo es problematizar la realidad” y la invitación frente a sus espectáculos es a dejarse llevar por la imaginación, no a entender con la razón. Sus trabajos son altamente visuales, corporales y sonoros, y de alta carga simbólica.
I AM se estrenó en 2014 en el contexto del Festival d’Avignon, cita de las más variadas y originales exploraciones artísticas, como lo fue I AM, que se vio como una mezcla de “ceremonia, danza y performance”; al propio Lemi Ponifasio se lo catalogó como una especie de chamán.
En su versión I AM MAPUCHE, el director junto a la creadora Helen Todd realizaron un trabajo de campo en Temuco y en Padre de las Casas con el objeto de integrar al proyecto a un grupo de artistas mapuche, por lo que rebautizaron la obra, buscando el encuentro entre las culturas. Sin lugar a dudas, una iniciativa muy atractiva conceptual y artísticamente, y que despertó más expectativas aún, conociendo el impulso creador de Lemi Ponifasio. No obstante, lo mapuche queda en el trasfondo y prima la concepción original de I AM por la fuerza de su propio elenco y la estética de su propuesta.
Por lo tanto, destacamos aquí más bien, el impacto de I AM por la elección de efectos escénicos basados en el protagonismo del negro, en la fuerte iluminación concentrada en el cuerpo, en los movimientos precisos y lentos, tanto de los grupales como individuales, y el sonido, factor fundamental de la atmósfera ritual que impera. Todo se presenta en un escenario totalmente despojado, centrado en un clima oscuro, interno e intenso en imágenes que comprometen al espectador. La utilización de una plataforma que ocupa la mitad del escenario, permite que una parte importante de la obra descanse en otro tipo de desplazamientos, ascendentes y descendentes, siempre en un ritmo pausado e interior.
Otros elementos poderosos de I AM son la proyección de las letras blancas sobre fondo negro que traspasan a las figuras que están en el escenario, así como la cascada cinematográfica final que cierra la figura crucificada. Sin embargo, hay escenas y textos como el de Ofelia, tomado de Hamletmachine de Heiner Müller, que aparecen muy ajenos, así como también la duración injustificada de algunos cuadros.
I AM MAPUCHE es un viaje sensorial imponente a través de coreografías, invocaciones y plegarias, donde se van encontrando claves sobre la violencia, la arbitrariedad, la sumisión y la rebeldía. La colaboración del grupo de artistas mapuches tuvo –aunque una visibilidad menor– la experiencia de un trabajo excepcional junto a MAU.