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Croma: El teatro y lo real


Croma: El teatro y lo real

Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico de Teatro Hoy 2017. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autor, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.

Por Gonzalo Maruri

Un equipo de cine está llevando a cabo la realización de una ficción. Todos en el set quieren que el proyecto llegue a buen puerto, sobre todo su directora. Sin embargo, a medida que avanza esta historia, ciertos elementos dejan de funcionar como se tenían pensado, poniendo en crisis tanto lo real como su representación. Es esta problemática situación por la que apuesta Croma, de la compañía Tercer Abstracto, obra que se está presentando en el Teatro Camilo Henríquez con motivo del Ciclo Teatro Hoy de la Fundación Teatro a Mil.

La propuesta es al menos llamativa. ¿Cómo hablar de una crisis de lo real a partir de una representación del mismo? ¿No es de por sí una perspectiva crítica el hecho de representar lo real? David Atencio y su equipo colocan en escena una de las disciplinas artísticas que más juega con estas ideas respecto a lo real y su doble: el cine. De esta forma, se muestra al espectador no conocedor todo el aparataje que hay detrás de la elaboración de una producción audiovisual, donde es la directora quien tiene la última palabra. El constante movimiento de paneles, sillas, papeles, cuerpos, luces, etc. nos va develando una realidad totalmente distorsionada con la única intención de hacer aparecer otra y poder registrarla: la historia de un héroe latino.

Todo se vuelve más complejo con la aparición en escena de hombres y mujeres vestidos con trajes croma de color verde. Estos comienzan a modificar la realidad que ya estamos presenciando, siendo el final de la obra el momento con mayor evidencia de esta alteración, lo que provoca preguntarse en qué otro instante de la historia ellos tuvieron una influencia que no alcanzamos a distinguir. En este sentido, la constante presencia de una cámara que va registrando el rodaje, en una especie de making of, también nos sugiere otro actante de tipo omnipresente, con otra perspectiva del asunto, cercano a la experiencia que está teniendo el espectador de la obra de teatro.

Es así como Croma va hablando de construcciones discursivas y la forma en que éstas nos van dando distintas lecturas sobre un mismo hecho; el juego que existe entre las apariencias de lo real y lo real mismo, donde la inflexión más notoria es cuando la directora descubre que quien es su protagonista no era realmente un latino como ella quería, sino más bien un español de tomo y lomo.

Ahora bien, estas inquietudes teórico-teatrales serían totalmente coherentes respecto a lo que vemos en la obra, si no fuera porque quedan preguntas importantes sin resolver acerca de qué es lo que se quiso mostrar en ella: ¿la crisis de lo real? ¿o la crisis de la representación de lo real? La sutileza que se enmarca dentro de estas dos preguntas no pasa inadvertida en la medida en que ambas refieren a aproximaciones diferentes entre sí a un mismo fenómeno, trabajo en el que Croma pareciera no decidirse por ninguna y más bien, apuesta por sondear los aspectos más superficiales de cada una. La toma de riesgo en alguna de estas dos preguntas hubiese sido deseable, para realmente estar ante un ejercicio crítico que ponga en duda aquellos paradigmas más inquebrantables que tenemos acerca de lo real.

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