23.1.2018 | None
Visitas a Espacios de Creación en PLATEA18: Nuevas lugares para resistir
Por Paulina Cabanillas F.
Cristian Reyes, diseñador teatral y uno de los fundadores de Espacio Checoeslovaquia, dice: “esto es como un llamado de atención: no es que falten salas, lo que falta son lugares para que las compañías ensayen, investiguen o hagan lo que tengan que hacer para desarrollar su trabajo”. Su observación tiene sentido sobre todo en tiempos como los de hoy, en que el foco está puesto en la obra terminada y su posterior exhibición. Ante ese escenario, los pocos espacios de creación que hay Santiago se tornan fundamentales para las artes escénicas, ya que relevan los procesos creativos, la investigación y los cruces multidisciplinarios, por los que pasan artistas y compañías al momento de desarrollar sus proyectos.
“Este año organizamos, por primera vez, unas visitas a estos espacios y la razón fue precisamente esa”, dice Luisa Tupper, coordinadora general de PLATEA 18. “Que los programadores pudieran profundizar o hacerse una idea de cómo las compañías chilenas llegan a los resultados que ellos vienen a ver, que pueden ser obras completas o work-in progress, y conocer más de sus procesos de trabajo”, explica. En esta versión de la Semana de Programadores del Festival Internacional Santiago a Mil, los programadores pudieron conocer el Centro de Creación NAVE, la Aldea del Encuentro, el Centro Ceremonial Mahuidache y el Espacio Checoeslovaquia, lugar donde se efectuó el showcase de Bárbaro, de Franklin Dávalos, y donde la compañía Bonobo Teatro realizó actualmente una residencia artística.
La directora de teatro Paula González Seguel y su hermana Evelyn llegaron al Centro Ceremonial Mahuidache buscando su propio pasado. Ambas crecieron en la comuna El Bosque, donde está ubicado, pero solo cuando comenzaron a preguntarse por la vida de su abuela, fue que comenzó su relación con este espacio de encuentro para la promoción de la cultura mapuche, que es gestionado por la Asociación Mapuche Petu Mogelein Mahuidache, el Programa de Pueblos Originarios y la Municipalidad de El Bosque.
“Conocimos este lugar en 2008, cuando no había mucha actividad cultural”, recuerda Evelyn. “Nosotras no tenemos el apellido, pero somos de ascendencia mapuche por el lado materno. Nuestra abuela emigró del campo a la ciudad y como vivió violencia y discriminación, no traspasó su conocimiento ni tampoco su idioma nativo, el mapudungún, a nuestra mamá. Le daba vergüenza”, cuenta. “Fue así como nos acercamos a este espacio, investigando su historia; la de nuestra bisabuela, que después supimos que había sido machi; y la de las mujeres adultas mayores que venían para acá. De ellas recogimos sus experiencias y testimonios para el trabajo que realizamos posteriormente con Kimvn Teatro”, explica Evelyn, quien es la compositora musical de la compañía.
El Centro Ceremonial Mahuidache está formado por tres rucas (ruka machi, ruka centro de documentación y ruka museo), una zona donde se realizan ferias de artesanía y gastronomía típica, una cancha de palín y un rewe, (altar sagrado). Durante el año se realizan actividades abiertas a la comunidad, como talleres de mapudungún, de telar, torneos de palín, entre otras, y se celebran ritos y rogativas tradicionales como el We Tripantu (Año Nuevo Mapuche), Trafkintu (festividad en la que se intercambian bienes y conocimientos) y Ngillatun (ceremonia religiosa).
Una de las rucas se ha transformado en el centro de operaciones para la compañía y en la sala idónea para presentarlas. Allí estrenaron su primera obra, Ñi Pu Tremen – Mis Antepasados (2009), y es aquí donde mostraron el showcase de Trewua. “Lo importante para nosotros es mostrar desde donde surge el trabajo de la compañía. Nosotras vinimos en 2008 a un We tripantu, a invitar a las mujeres mayores a participar de un taller de teatro, siempre pensando en la idea de hacer un obra de teatro documental. Han pasado 10 años de eso y hoy, hay personas del elenco de Trewa que son parte de la compañía y que están desde el inicio, como Norma Hueche, que es dirigente de esta comunidad, y Elsa Quinchaleo, quien es la lonco (autoridad máxima)”, cuenta Paula. “Este es nuestro espacio de investigación, nuestro laboratorio escénico. Para nosotros es como venir al origen”, finaliza.
Antes de que existiera este espacio, acá funcionaba una fábrica de alfombras que se llamaba Alfombras Checoeslovaquia, que tenía el nombre pintado en el muro que da hacia la calle José Domingo Cañas. Dice el mito que uno de sus dueños —o alguien con autoridad dentro de la empresa, no se sabe con exactitud—, era eslovaco independentista y que eso explica la presencia de la letra E en el nombre. “Muchas veces nos dicen que el nombre está mal escrito, pero es así, es con la E”, asegura María José Durán, actriz, gestora cultural y productora de Espacio Checoeslovaquia. “El nombre tiene también un sentido poético. Como Chescoeslovaquia es un país que no existe, los fundadores pensaron que se trataba de un país por inventar, tal como el proyecto que ellos querían hacer: un centro de creación para las artes escénicas en Santiago”, cuenta.
Cuando habla de los fundadores se refiere a Sebastián De La Cuesta, actor y bailarín; Rodrigo Leal, técnico y productor de teatro; y Cristián Reyes, diseñador escénico. Los tres formaban parte de la compañía de danza de Francisca Sazié y, después de varias giras por el mundo, llegaron a la conclusión de que en Chile no existía espacios como a los que ellos llegaban, lugares que estaban ciento por ciento dedicados al apoyo y profesionalización de la creación escénica. “Cuando tuvieron la posibilidad de comprar la máquina para cortar madera, que facilitaba mucho el trabajo escenográfico y que abría una buena opción de negocio, justo se liberó este espacio. Fue como ‘acá lo tenemos todo, vamos’. De eso ya han pasado tres años”, resume María José.
El espacio consiste en una casa de dos pisos donde están las oficinas y todos los servicios básicos para las compañías que están en residencia, dos salas de ensayo, una sala de clases, un estudio fotográfico, un estudio de grabación y un gran galpón de diseño y realización escenográfica. Su línea curatorial es clara: todo lo que realizan está enfocado al fortalecimiento de las artes escénicas en áreas como la creación y formación, el diseño escenográfico y el área técnica. Las actividades que efectúan van desde ensayos abiertos, talleres de dramaturgia, de actuación, laboratorios y clínicas de danza, hasta programas de formación para técnicos escénicos, workshops y charlas.
“Creo que lo que nos distingue es que tenemos las herramientas para generar una especie de laboratorio de creación”, dice Cristian Reyes, diseñador teatral y uno de los fundadores. “Esto permite optimizar los recursos desde todo punto vista, ya que hay espacio para la prueba y el error. Las compañías no solo ensayan, sino que prueban las luces, el sonido, la escenografía que van usar, lo que permite, sin duda, tener mejores resultados”, opina. Y añade: “No somos un lugar donde se hagan temporadas de obras porque no está pensado para eso, pero sí vincula todo lo que implica crear una. Al tener todo en un lugar, mucha gente de distintas disciplinas se cruza y eso permite un flujo de información que nos ayuda a todos”.
“Checoeslovaquia es aun lugar que se ha levantado solo, que nunca ha recibido ayuda estatal. Se armó gracias a un modelo de negocios innovador, que fue crear un área de construcción para levantar un espacio de creación. Creo que hemos llegado a un punto en que tenemos todas las capacidades de gestión e infraestructura para generar relaciones internacionales con otros centros de la misma línea, para recibir proyectos de co-producción y para salir con nuestros proyectos”, agrega María José. “El año pasado estrenamos la obra Migrante y este año vamos con dos producciones: Playa Negra, que se estrena en Centro GAM en marzo, y Es tan lindo saber que usted existe, que se estrena en noviembre”, adelanta.
Foto principal: Aldea del Encuentro