Tryo Teatro Banda y María Izquierdo vuelven con funciones de O’Higgins

O’Higgins, un hombre en pedazos presenta al personaje cuando acepta dimitir al cargo de Director Supremo de Chile para evitar una guerra civil, pero con la ilusión de volver a retomar su cargo. Con una dramaturgia a cargo de Andrés Kalawski y el fallecido Ricardo Larraín, la obra -una coproducción de Fundación Teatro a Mil- se presentará el 17 al 27 de agosto en Matucana 100.

Por Karina Mondaca Cea

Tryo Teatro Banda estaba con funciones de La expulsión de los jesuitas cuando una interesante propuesta se interpuso en su camino. Andrés Kalawski, dramaturgo y director artístico del Teatro UC, se acercó a la compañía para hablarles de un proyecto que estaba trabajando con el director y guionista Ricardo Larraín –con quien ya había realizado diferentes productos audiovisuales-, el cual tenía que ver con un montaje teatral protagonizado por Bernardo O’Higgins. Sus integrantes, no lo dudaron y aceptaron el proyecto: “Era algo que nosotros ya habíamos estado conversando. Siempre estuvo la idea, porque es un tema muy importante a tocar y sentíamos que lo teníamos pendiente”, explica Francisco Sánchez, uno de los miembros de la agrupación y justamente el actor que interpreta al histórico militar y político chileno.

Interesados y motivados con el trabajo, la agrupación comenzó a realizar su propia investigación mientras Andrés Kalawski terminaba el escrito que finalmente terminó en solitario, debido al fallecimiento de su compañero Ricardo en marzo de este año. Así fue como se nutrieron de la lectura de libros como O’Higgins de Jaime Eyzaguirre, como también de Diego Barros Arana, para entender los días previos a la Independencia de Chile, cómo y quiénes rodeaban a Bernardo O’Higgins, como también la relación con su padre Ambrosio. “Nosotros en general no trabajamos con mucho texto, porque lo vamos armando con los actores. Es así que vamos decidiendo qué contar, qué partes, qué episodios”, revela Francisco sobre la metodología de trabajo de la compañía. Y continúa: “Desde un comienzo le dijimos a Andrés que el texto que él propusiera, para nosotros iba a ser una base, que podíamos improvisar y meterlo a la licuadora. Para nosotros el texto no es algo sagrado, el dramaturgo no es sagrado, es parte del material que está para crear. La improvisación tiene que tener su espacio, y por eso hay muchas cosas que quedaron en la obra y que no estaban en el texto, como personajes, parlamentos, situaciones dramáticas que son producto de nuestro propio estudio y nuestro proceso como creadores”.