30.11.2015 | None
Teatro y su Doble transforma cuento de Benedetti en marionetas
Sin quererlo o proponérselo, Teatro y su Doble (ex Teatro Milagros), ha sido encasillado en la categoría de teatro para toda la familia, debido a sus montajes protagonizados por muñecos de madera. “La marioneta siempre, y particularmente en Chile, está relacionada al público infantil; pero no necesariamente es así”, explica Aline Kuppenheim, fundadora de la compañía. “Por eso nosotros decimos que hacemos teatro con marionetas, no ‘de’ marionetas”, agrega la actriz.
Con montajes como El Capote y Sobre la cuerda floja, la agrupación cautivó un amplio público que fue de niños a adultos, y que repletó las salas donde se presentaron una y otra vez. Ahora, la compañía se va a aventurar en un montaje especialmente para un público mayor de 14 años, aunque dicen, no se trata de una decisión consciente. “Cuando nos enfrentamos a un texto, no decimos ‘ah mira, esta obra es para todo espectador o no nos sirve por el mismo motivo’. Si el texto nos gusta o no, decidimos si hacerlo o no”, explica Aline. Y continúa: “En este caso, pusimos en la reseña que es para adultos porque no es un texto que vaya a llamarle la atención o que le interese a un niño, o que lo vaya a entender. Se trata de relaciones adultas, de un encuentro de dos personas adultas”.
La historia de la que habla Aline se titula Feos, una coproducción de Fundación Teatro a Mil y financiada por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes FONDART, se estrenará el próximo 10 de diciembre en el Teatro Mori Bellavista, para luego presentarse en enero durante el Festival Internacional Santiago a Mil 2016. Basado en el cuento La noche de los feos del escritor uruguayo Mario Benedetti, el montaje mostrará en escena a Leonor y Juan (que contará con las voces de la propia actriz y Francisco Melo, además de la de Roberto Farías), dos personas que al encontrarse en la fila antes de entrar al cine, descubren que tienen notorias deformidades físicas. Esa casualidad los llevará a compartir un encuentro amoroso y sexual, en el intentarán unir sus soledades.
El factor de la deformidad fue el que cautivó la atención de la actriz y sus compañeros: “El texto se eligió por la contundencia del cuento, y porque se trata de personajes que podrían ser más difícilmente interpretados por actores de carne y hueso, porque son deformes. El muñeco tiene esa ventaja por sobre el actor, ya que éste puede simular serlo, pero nunca lo será de verdad. El muñeco sí”.
A diferencia de sus obras anteriores, y por tratarse de la adaptación de un cuento, Teatro y su Doble decidieron convocar a un dramaturgo que los ayudara a completar la breve historia escrita por el también poeta y dramaturgo uruguayo. “El cuento tiene dos páginas, y si bien la obra respeta la línea de tiempo del cuento, hay un momento en el que Benedetti habla de una conversación que estos dos personajes tienen, del que no sabemos nada más que un par de descripciones”, cuenta su directora sobre la temática del montaje. “Para hacer de este cuento una obra de teatro, que concentrarse, sobre todo, en esa conversación. ¿Qué se dijeron estos dos personajes? Benedetti hace un condensado de esto y no nos cuenta de qué hablaron, y ésa era la pregunta”, agrega.
El escogido para imaginar y recrear la escena fue Guillermo Calderón, con quien no habían trabajado anteriormente. “Me pareció que él tiene esa capacidad, esa característica de situarse en el lugar menos esperado y menos esperable”, explica Aline sobre la decisión. “Es un tema que puede caer fácilmente en el lugar común, entonces sólo se me vino a la mente él. Siento que es ‘el’ dramaturgo capaz de abordar temáticas desde otro punto de vista, totalmente distinto, y que al estar puesto sobre el papel, y luego en el escenario, se te vuelve totalmente lógico. Eso fue lo que yo sentía que necesitaba el texto: una conversación tipo Guillermo Calderón”, dice entre risas la actriz.
Si él no hubiese aceptado, ¿qué hubieses hecho?
Convocar a otro. Buenos dramaturgos hay, pero siento que Guillermo era quien iba a dar en el clavo lo que yo necesitaba para esta obra.
Y lo logró.
Lo logró, sí. Absolutamente. Yo lo intenté, pero como no soy dramaturga… no, no, dije que no podía hacerlas todas. Por suerte, le pedí ayuda, dijo que sí y fue una gran experiencia.
Si bien los muñecos de los montajes anteriores eran personas, estos poseen una apariencia mucho más realista. ¿Eso lo decidieron así? ¿Responde a que es una obra pensada para un público adulto?
Son varias cosas. Una tiene que ver con la evolución nuestra en esa materia, en el realismo y que hemos buscado siempre. Hemos ido aprendiendo con el tiempo a usar mejor los materiales y los recursos para poder lograr cada vez mayor realismo. En este caso, sentí que entre más realistas fueran, mayor iba a hacer la comprensión de la deformidad de los muñecos. Una marioneta puede transformar rápidamente una deformidad en norma, porque en general las marionetas son más narigonas, tienen los ojos más grandes y son poco desproporcionados. Si eso lo llevas a la cara de una persona, es una persona deforme por sí. Entonces podía pasar que si no eran tan realistas, podían perder su condición de “anormalidad”, porque un muñeco puede resistir cualquier forma, sin ser deforme. Por eso le pusimos más empeño al hiperrealismo, para que se entendiera que es una deformidad.
La idea es que siempre esté presente y el público sienta una incomodidad todo el rato…
Exactamente. Y que la referencia directa de sus caras, sea la cara nuestra: una cara humana realista, pero con deformidades físicas.
¿Cuáles son los desafíos de presentar una obra para adultos con muñecos? ¿Es más difícil que la gente se sienta identificada?
Cuando estrenamos El Capote teníamos clara conciencia de que iba a estar relacionado con los niños, por el hecho de ser marionetas. Eso lo consideramos al momento de decir “ya, tenemos este texto, que no es para niños, y lo vamos a adaptar para que ellos también puedan verlo, tener una reflexión”. Efectivamente empezaron a llegar niños a las funciones, pero después empezó a llegar gente adulta sola, mucha, y casi al final llegaba casi pura gente adulta. Incluso después cambiamos de horarios, porque la gente encontraba que era muy temprano –tuvo funciones a las 17 horas-, y porque, obvio, había personas que querían ver la obra sin la presencia de niños, que son espectadores más activos. Pasó lo mismo con Sobre la cuerda floja, entonces ahí nos dimos cuenta que el fenómeno que provoca la marioneta no tiene edad. Entonces pasa que el espectador está mental y emocionalmente muy distinto que frente a un espectáculo donde hay actores. Las marionetas son lo que son, entonces el espectador no tiene ni un prejuicio sobre ellas, se entrega sin filtro y está como a más carne viva viendo el espectáculo. Está en una capa más inconsciente de recepción, se vuelve un poco niño… el estado mental es muy parecido, creo yo.
Por eso, siento que acá va a pasar lo mismo o eso es lo que espero, que el público se conecte desde otro lugar con el espectáculo. Si pasó con El Capote y Sobre la cuerda floja, creo que va a pasar lo mismo, porque es la marioneta la que causa eso, más que el contenido. Es la identificación con ese objeto que parece vivo, con la miniatura también pasa un fenómeno. Eso es lo que me llama a mí seguir haciendo teatro con marionetas, ese estado del público, como más puro. Los personajes son lo que son, las marionetas son lo que son. Es muy aliviador para el espectador también, porque se puede entregar, buscar su propio viaje, buscar sus propias emociones, hacer sus lecturas. Está como más llano a recibir.
Feos estará presentándose desde el 10 al 19 de diciembre, con funciones de jueves a sábado a las 21.00 horas en el Teatro Mori de Bellavista (Constitución 183, Providencia). Las entradas tienen un valor $10.000 para público general y $5.500 para estudiantes y tercera edad, disponibles a través de Puntoticket y en la boletería del recinto. Las funciones durante Santiago a Mil se realizarán en el mismo lugar, entre el 18 y 20 de enero.