5.6.2017 | None
Surinam: reflexión sobre los medios y el vínculo
Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico de Teatro Hoy 2017. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autora, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.
Sócrates es un joven que se dedica a escribir subtítulos de series y películas. Mantiene una relación de pareja por Skype, su padre no es su padre biológico y la relación con su madre aparece mediada por WhatsApp. En sus sueños, se ve a sí mismo inserto en series de Netflix y dialoga con los personajes, que a su vez representan a personas de la vida real, y sus conflictos. Está en un proceso de búsqueda de sentido, rechaza el estilo de vida que su padre –que en verdad es su tío– le ha entregado, y disconforme con su realidad, decide viajar a Suecia. Encontrarse a sí mismo implica también ir a buscar a su padre biológico y reunirse por primera vez con su novia, y así iniciar una nueva vida en otro país con muchas promesas.
Esta es la anécdota de Surinam, obra de Los Contadores Auditores que revisa varias temáticas sobre la época en que vivimos. Una de ellas tiene que ver con el vínculo social y de cómo los nuevos medios los han modificado o –si adoptamos una mirada pesimista– cómo amenazan la forma más pura en que se da el vínculo social: la copresencialidad.
En general, la copresencialidad es algo propio del vínculo social originario. Nacemos bajo la presencia de otros y nos vinculamos. El primer vínculo que generamos es con nuestra madre. Es decir, todo vínculo se funda desde la presencia, desde estar y coexistir con otros.
El protagonista de Surinam, Sócrates, es un joven de pocas relaciones. Los vínculos que tiene, los desarrolla a duras penas de manera presencial. Prefiere vincularse a través de medios, desde la no presencia: no reconoce a su verdadero padre, la relación son su madre solo se muestra desde la comunicación virtual, y su relación de pareja se destruye cuando tiene que empezar a funcionar desde la copresencialidad. Al mismo tiempo, le cuesta establecer relaciones con los nuevos personajes que aparecen en su vida: su verdadero padre, una joven de la cual cree estar enamorado y su compañero de casa.
Desde esta perspectiva, lo que propone el montaje de Los Contadores Auditores es un diagnóstico bastante pesimista sobre el impacto de los nuevos medios en las relaciones sociales y de cómo una persona puede hacerse de un mundo individual a partir de lo que ofrecen estas tecnologías. Es muy simbólico el hecho de que al conocer a su novia de manera presencial, el vínculo se rompa. Lo que se propone aquí es la copresencialidad no como un fundamento de las relaciones sino como algo que las impide. Sócrates es incapaz de vincularse presencialmente con las personas; los otros aparecen como extraños que despiertan los miedos e inseguridades.
Además de levantar la temática del vínculo, la obra presenta el impacto que generan las nuevas tecnologías en las intimidad de un individuo. Los sueños del protagonista adoptan la forma de series de Netflix, sugiriendo así que lo que podemos ver en una pantalla cala y llega a las zonas más íntimas del inconsciente.
El inconsciente es lo que está por debajo de nuestra personalidad y los sueños usan símbolos colectivos para hablar de lo que a nosotros nos sucede. Los símbolos que anidan en el inconsciente de Sócrates están relacionados con las ficciones que modelan los medios y las cadenas de televisión. Desde ellos parece reflexionar sobre sus conflictos. Se desprende entonces que los medios han limitado su forma de vincularse con los otros, y las imágenes y símbolos que difunden han calado profundamente en su vida interna.
La falta de vínculo, el desarraigo del padre y del lugar de origen, lo llevan a buscar la promesa de otra vida en otro lugar. No es el único: se encuentra con una joven que al igual que él, ve en el viaje a Surinam una posibilidad de establecer esos vínculos que hoy en día son difíciles de establecer.
La obra nos plantea entonces lo problemático que resulta para las nuevas generaciones establecer bases sólidas para relacionarse, tener planes y proyecciones. Todo puede ser y nada también; las opciones están abiertas. Sin embargo, el desarraigo, la distancia que ofrecen los medios, y la posibilidad de crear una realidad propia que descansa en lo virtual y mediático, impiden que se cumpla la promesa de encontrar un sentido.