2.9.2015 | None
Nueva obra de Andrés Kalawski se estrenará en Festival Internacional Cervantino
Cuando el dramaturgo chileno Andrés Kalawski fue seleccionado para participar en el taller del Royal Court Theatre de Londres en Chile en 2012, una idea se apegaba a su cabeza. “En el taller trabajamos a partir de una noticia, y si bien empecé con una distinta, siempre me rondó ese momento en el cual Jaime Mañalich, en aquel entonces Ministro de Salud, había ido a ver a unos jóvenes que estaban en huelga de hambre y dijo que habían subido de peso. La violencia de la autoridad frente a niños que estaban haciendo lo que ellos entendían como un sacrificio por el país me rondaba, y eso terminó quedando en la obra”.
Así nació Diez mil cosas, un montaje que muestra a Salvador, un joven de clase acomodada que lucha por una educación pública gratuita, y a Miriam, una humilde camarera que no comprende por qué él ha decidido sumarse a la causa. Para Kalawski, “es una historia de amor entre estas dos personas, pero también una historia de amor por la ideología. Estos dos personajes se encuentran y se tienen sólo el uno al otro, a pesar de que no se entiendan mucho”.
Si bien el texto fue escrito a partir de lo que pasaba en Chile, no se trata de una obra realista. “De a poco los personajes y sus vidas van abandonando el realismo inicial. Fue la única forma que encontré para hablar sobre el nivel de exaltación que se puede alcanzar en una situación como esa. Espero que sea por esa combinación de un mundo concreto y otro de sueños permita que la obra viaje y le resuene a distintas personas de distintas maneras”, explica su autor.
Los 12 textos escritos en el taller del Royal Court Theatre fueron leídos por los equipos del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, el Festival Internacional Cervantino de México y el Festival Internacional Santiago a Mil, decididos a aliarse para dar vida a una coproducción plurinacional en la que Colombia aportaría el director, México elegiría a los actores y Chile pondría el texto.
Diez mil cosas fue el texto seleccionado, y su versión final se estrenará el 9 de octubre en el Festival Internacional Cervantino bajo la dirección del actor y dramaturgo Fabio Rubiano, y con un elenco integrado por Renata Ramos y David Calderón, de la Compañía Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes de México. Después de dos funciones en México, el grupo se preparará para su debut en Santiago a Mil 2016.
“Es un texto muy profundo”, dice Fabio Rubiano sobre la obra de Kalawski. “A primera vista parece que no sucedieran muchas cosas, pero a medida que uno se involucra más con él descubre capas que son imposibles de descubrir en una primera lectura. Los acercamientos entre dos personas que no tienen nada en común. Los gustos, la ropa, los intereses de vida, hasta los gestos los distancian, pero terminan acercándose de manera absoluta, trascendental y definitiva para la vida de los dos”.
Desde que Diez mil cosas llegó a las manos de Rubiano, está pensando en su puesta en escena. “Tengo algunas ideas antes de comenzar, pero las verdaderamente efectivas son las que se dan en el proceso”, explica. “Para mí es imposible actuar conceptos, prefiero esperar a lo que va sucediendo en el escenario con los actores a partir de analogías, hipótesis de relación, acercamientos a la situación que plantea cada escena”.
Uno de los primeros trabajos fue pensar el texto para otros países, porque integra elementos locales como una canción de Víctor Jara y el accidente aéreo de la isla Juan Fernández. “Andrés Kalawski me dio elementos para ubicarme en ciertos referentes directos de Chile, que en el proceso hemos transformado para hacerlos más amplios. En esa charla que tuvimos también se reafirmó el nivel poético, llamémoslo de ficcionalización o teatral, que tiene la pieza”, recuerda Rubiano.
Otro elemento que también discutieron dramaturgo y director es la presencia de violencia en el texto. “Cuando hablamos de las orientaciones del montaje, Fabio me decía que el nivel de violencia que existe en Colombia y México es tan alto que necesitaba un grado mayor de libertad para pensar, por ejemplo, cuánto participaría Salvador en la violencia del texto. Le dije que no había problema mientras no se rompiera su espíritu frustrado y torpe”, explica el autor.
“Vivimos realidades convulsionadas, con acciones dolorosas que sobrepasan límites morales llegando a la atrocidad, y frente a esos hechos hay posiciones diferentes en la sociedad”, responde Rubiano. “Esas posiciones están concentradas en nuestros personajes. Sus visiones de la realidad son lejanas, contradictorias y a veces absurdas. Eso los convierte en personajes con una gran riqueza, vivos y complejos. No son alegorías, son personajes”.