25.10.2016 | None
Los múltiples caminos del actor y director Alejandro Castillo
El actor y director Alejandro Castillo va de un lado a otro, un día se está preparando para estrenar El Efecto, obra llevada a escena por Interdram, y al día siguiente corre raudo a dirigir Coronación en Centro Gam. Esto sin contar que también dirige del montaje La Comida de Despedida que es parte de la cartelera de Teatro Sanginés.
Estos montajes son presentados al público al mismo tiempo y durante los mismos días, son obras que nos hablan de distintas realidades, de Chile y bajo concepciones más universales, que además están supeditadas a diferentes géneros, ya que lo vemos interpretando un médico involucrado en un drama farmacológico, para más tarde incursionar en la comedia negra.
Un clásico que revindicar
Hace un tiempo atrás, Castillo se propuso como meta remontar a la cartelera tres obras que a su parecer eran piezas fundamentales en la historia del teatro. La primera fue Ardiente paciencia de Antonio Skármeta, que presentó junto a Julio Jung y que los llevó incluso a Cuba en una temporada breve de tres fechas. La segunda fue Coronación, de José Donoso, y finalmente El prestamista de Fernando Josseau que es la pendiente por hacer.
Al respecto, el director indicó que “consideraba que estos montajes ofrecían un abanico de posibilidades de un teatro que se hizo y que ya no se puede hacer, que nadie lo hace y que ofrece visiones del mundo, maneras de actuar que pueden ser interesantes para el público actual, y no me equivoqué con ninguna de las dos”.
Es bajo ese estímulo que el pasado 12 de octubre volvió a la cartelera de Centro Gam Coronación, el clásico del Premio Nacional de Literatura en 1990, que fue adaptado por José Pineda y llevado a las tablas por los destacados actores Francisco Melo, Gloria Münchmeyer, Nelly Meruane, entre otros, y que cuenta con la dirección de Alejandro Castillo.
La obra se sitúa en la mansión de la familia Ávalos, en donde el actor Francisco Melo es Andrés, un introvertido solterón de 50 años, con baja autoestima y que vive junto a su abuela misia Elisa (Nelly Meruane y Gloria Münchmeyer). Ella es una anciana grosera que padece demencia senil y que hace insostenible su cuidado por parte de sus empleadas. Para hacerse cargo de esta tarea llega desde el campo Estela (Carolina Arredondo), una ingenua muchacha que se convertirá en la oscura obsesión de Andrés.
Una nueva temporada que celebra los 50 años desde su estreno original, y que se suma al éxito de las dos versiones anteriores, ya que tuvo cerca de ocho mil espectadores entre el 2013 y 2014, lo que ha pronosticado un nuevo éxito en esta oportunidad.
“Son obras deberían estar siempre en cartelera, porque son éxitos del teatro chileno y nos muestran una visión que las nuevas generaciones no conocieron. Por eso creo que es importante la defensa por teatros con elencos estables. Porque permiten desarrollar políticas a largo plazo, y pueden trabajar en los horarios que todo el mundo trabaja”, aseguró Castillo.
¿En qué temas no hemos avanzado en estos 50 años que han pasado desde el estreno de Coronación?
El hecho de la sexualidad de estos hombres apegados a una religiosidad y la atmósfera opresora, ya no la tenemos como la teníamos en la década del 60, pero si la mantenemos con otras estructuras. Se plantea la imposibilidad de los pobres de salir de su circuito de pobreza y que se repite como una circular trágica, y la única opción que tienen es optar por la delincuencia, eso lo tenemos evidentemente acá. Tenemos la inmigración que en las obras de Donoso de plantea del campo a la ciudad, cosa que existe, pero eso se extiende hacia los extranjeros que llegan de Colombia y Ecuador. La obra tiene su vigencia, pero también tiene esa mirada de los años 50, porque de ahí podemos sacar las conclusiones de dónde estamos parados hoy en día y a donde nos llevó los avatares políticos y sociales que hemos vivido desde ese entonces hasta hoy.
Píldoras para la felicidad
Alejandro Castillo estaba en medio de sus labores teatrales cuando Ana López Montaner, fundadora y directora de la Asociación de dramaturgos y creadores escénicos, Interdram, lo invitó a formar parte del proyecto teatral El Efecto. Una obra de la dramaturga inglesa Lucy Prebble, que narra la historia de dos pacientes, Connie, una estudiante de psicología y Tristán, rebelde y errático; quienes se someten voluntariamente al ensayo clínico de un nuevo antidepresivo que es supervisado por dos médicos.
En ese contexto se conocen, se sienten atraídos y se enamoran. Sin embargo, las cosas se complican cuando no están seguros si sus sentimientos se deben al amor que sienten o a los efectos del antidepresivo.
El tema sedujo a Alejandro Castillo desde el primer momento, ya que la cifra de pacientes diagnosticados con depresión es muy preocupante y abismante, tanto así que ocupamos el primer lugar en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. El actor, quien comparte escenario con Ximena Carrera, Alejandra Díaz y Emilio Edwards, interpreta al médico a cargo del procedimiento, un hombre que es fiel al principio de resolver con medicamentos toda afección o enfermedad mental, porque al fin y al cabo todos estamos enfermos.
“Se cuestiona la utilidad de los medicamentos y las trasnacionales, que lo único que quieren es que uno se enferme de una cosa, se mejore de esa y vuelva a enfermarse de otra. En el fondo el tema es la sobre aplicación de los medicamentos en enfermedades que están casi fuera de control, pero que son químicamente controladas por la farmacología”.
La dirección de Ana López Montaner pone en el tapete este cuestionamiento de manera universal, y destaca por la calidad del texto, como explica Castillo.
“La propuesta se presenta con una actuación física muy ágil, con una exposición temática muy vertiginosa, porque no hay mucho tiempo para la psicología de los personajes, lo que hace que la exposición de la obra sea muy clara y muy limpia. Es un texto difícil, porque transita entre lo testimonial y la crónica, pero hay datos que son reales. La ficción está muy protegida por los acontecimientos reales que suceden en este tipo de experimento”, aseguró.
Un poco de comedia
Si bien las dos obras anteriores nos hablan desde el drama, el director también disfruta de la comedia, género particular porque “todo hecho trágico puede ser muy divertido, y todo hecho divertido puede ser profundamente trágico”, señaló. Es a partir de este principio que dirige la comedia negra La Comida de Despedida, que se presenta en Teatro Sanginé. “Es una comedia muy fina que trata cómo uno puede deshacerse de los amigos indeseables”, adelantó entre risas.
¿Cómo te ves en el rol de actor y de director?
Para mí el teatro es todo, y actuar y dirigir lo partí haciendo prácticamente al mismo tiempo, pero actuar te pone en un lugar de fragilidad y de tensión adrenalínica muy diferente a la del director, porque el director una vez que hizo las cosas se queda en la platea viendo cómo los actores sufren o intentan hacer lo que uno les ha dicho. De tal forma que volver a la adrenalina del actor a mi me emociona y me gusta mucho. Eso forma parte de mi oficio. Ese rito es el que lo mantiene vivo a uno, me falta escribir nomás, a veces me dedico a eso.
El Efecto se presenta del 26 de octubre al 5 de noviembre, de miércoles a sábado a las 20 hrs. En Teatro Universidad Católica. Mientras que Coronación se presenta en Centro Gam del 12 de octubre al 4 de noviembre, y La Comida de Despedida en Teatro Sanginé los días 28 y 29 de octubre.