5.5.2015 | None
Escuela Nómade del Théâtre du Soleil: Las historias detrás de las audiciones
“Llegar a ser parte de ellos, ese es el sueño de estar aquí”, decía César Avendaño, recién egresado de Teatro de la Universidad Católica que llegó a audicionar para la primera Escuela Nómade del Théâtre du Soleil que se realizará en Chile del lunes 29 de junio al viernes 24 de julio, como parte de un trabajo conjunto con Fundación Teatro a Mil.
Junto con César fueron 367 personas en total que audicionaron durante 5 días en grupos de 10 a 12 en Espacio Matta y el Centro GAM, contando con habitantes de Arica, Iquique, Antofagasta, Salamanca, Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, San Antonio, Concón, Rancagua, San Fernando, Linares, Concepción, Osorno y Castro.
Ese era el caso de Constanza de Iquique quien a sus 20 años viajó desde el norte para participar ya que era “una oportunidad que no podía perder”. “Quiero trabajar. Quiero algún día llegar a hacer mucho teatro físico, ese es mi objetivo. Y moverme, como retroceder en el tiempo y volver al lenguaje que comenzamos como humanidad, al lenguaje corporal, donde no existían idiomas, diferencias, ni guerra ni nada, sólo con el cuerpo poder contar, conversar y escucharnos como humanos que somos, que no se pierda eso”, aseguró.
Durante el proceso disfrutó las dinámicas de trabajar colectivamente y en donde es posible “escuchar nuestros cuerpos y a través de eso poder encontrar algunas historias”.
César también destaca eso de la compañía, su estilo de trabajo colectivo. “Me gusta que siempre sea como una fiesta, muy movido, casi siempre todos son parte del escenario, de la maquinaria, entonces es muy entretenido, eso es lo que me apasiona de la compañía”, agregó.
Ian Ríos llegó con una maleta en la que guardaba su vestuario de payaso callejero. A sus 26 años le llama “la atención el circo mezclado con el teatro, con la orquesta, el espectáculo en si”, además, le “gustaría aprender lo suficiente para gestionarse y trabajar en lo mismo”.
Si queda seleccionado deberá cambiar su ritmo de trabajo, “pero la calle no deja botado a nadie”, señala, y “en lo que me transporto de la casa (desde Maipú) a la Escuela puedo ir trabajando”.
El mundo en Chile
Durante el proceso también participaron extranjeros residentes o incluso que viajaron de más lejos para audicionar y tener la posibilidad de ser elegidos por Maurice Durozier y Serge Nicolai, integrantes de la compañía. Así, llegaron postulantes de Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Perú, México, Colombia, Costa Rica, Italia y España.
Nathalia Bonilha Borzilo de 25 años vino desde Sao Paulo, Brasil durante enero formando parte del elenco de Patronato 999 metros y decidió quedarse para conocer más sobre el país y el teatro chileno. Se enteró a través de la página de facebook de la Fundación y decidió postular porque era “una oportunidad única de trabajar por un mes con el Théâtre du Soleil” después de ver Les Ephémères en 2006 y Los náufragos de la loca Esperanza en 2013.
“Las funciones son muy simples pero muy bellas, hay escenas muy mágicas y se ve que es un buen grupo, que tienen una buena puesta en escena, una buena actuación y que están juntos trabajando”, manifestó.
Desde Buenos Aires llegó María Teresa Azzolin, exclusivamente para la audición buscando “aprender algo poético y también una organización teatral distinta, esto que es una compañía teatral con tantos años, creo que no existe en Argentina, no sé en Chile, pero una compañía que tiene 50 años y que funciona como una cooperativa, creo que hay mucho que aprender más allá de lo poético”.
Alberto Coco Rivero es un actor uruguayo que en los noventa se formó con Ariane Mnouchkine en Francia y que motivó a Federica Presa de 30 años – su ayudante de cátedra de Actuación en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático de Uruguay – a presentarse y venir a Chile, aún cuando recién había vuelto al país tras 8 años en Argentina y no contaba con dinero para viajar. “Dudé en venir, no tenía la plata, nada, le pedí a un primo la tarjeta de crédito y la saqué en 6 cuotas”, reveló.
“Me parece una aventura única, una posibilidad de crecimiento actoral, personal, espiritual, para mí el Théâtre du Soleil es como la utopía máxima. Son generadores de territorio de pasión y encuentro que no es tan común en otras dinámicas o comunidades”.