24.6.2015 | None
El teatro chileno tendrá sus primeros libros en formato pop-up
De niño, Pasquinel Martínez siempre quiso tener un libro pop-up. Ya de grande, siendo actor y economista, comenzó a coleccionarlos y desarrolló un amor por los libros en general y un gusto por los libros como objeto.
Fue así que un día se le ocurrió hacer uno sobre teatro chileno, ya que según él, el formato pop-up se presta muy bien para proyectar escenografías. “Me contacté con mi socia Macarena Barros (antropóloga y actriz) y comenzamos a darle forma al proyecto sin saber nada de editoriales, imprentas, diagramación. Sólo teníamos una buena idea. O al menos nosotros estábamos convencidos que era una buena idea”, cuenta Pasquinel sobre los primeros pasos de su proyecto.
Los creadores se adjudicaron un Fondart Nacional 2015 en la línea Difusión, modalidad Innovación, para crear una colección de libros pop-up de tres obras emblemáticas chilenas, cuyas puestas en escena sean hitos en términos de diseño escenográfico. Desde junio de 2014 están trabajando en los dos primeros títulos escogidos: La pérgola de las flores de Isidora Aguirre, y Cinema Utoppia de Ramón Griffero. El tercero aún está en conversaciones y en busca de financiamiento.
¿Editarán otros libros? “Sí, pensamos hacer más. Nos gustaría expandir la colección, agregar otros títulos, pero para eso tenemos que lograr que estos tres primeros salgan lo mejor posible. Por eso, por ahora, estamos concentrados en eso”, explica Martínez.
¿Cuáles son las ventajas y desventajas del formato pop-up?
El teatro es texto, pero también puesta en escena, iluminación, sonoridad y más. Con este formato podemos dar cuenta, en parte, del aspecto volumétrico de la escenografía y los actores. Por otro lado, un libro pop-up es un libro que “aparece” literalmente delante de nuestro ojos, del mismo modo que en el teatro las escenas se nos aparecen. Es un formato novedoso para el teatro y creemos que eso puede atraer a más gente a interesarse por nuestra historia teatral.
Las desventajas son más bien técnicas. Casi no hay experiencia en Chile sobre la producción de libros de este tipo y casi todo debe ser hecho de modo artesanal, lo que encarece mucho la producción. En ese sentido, no tenemos una experiencia previa de la cual aprender, y hemos tenido que ir a buscarla al extranjero, con todas las dificultades que eso implica.
¿Cuál es el equipo que conforma el proyecto?
El equipo está conformado por Soledad Lagos, como dramaturgista, encargada de la adaptación del texto. Es un trabajo muy difícil, porque es mucho lo que hay que reducir en extensión los diálogos para hacerlos compatibles con un libro pop-up, que en general no tiene más de 10 carillas y la mayor parte son ilustraciones o levantamientos de papel. Además, hay que lograr que se siga entendiendo la historia y también la esencia de la obra de teatro.
Luego están Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares, directores, dramaturgos y diseñadores, fundadores de la compañía Los Contadores Auditores. Ellos tienen una vasta experiencia teatral, conocen el diseño desde su formación académica y, lo mejor, son ilustradores. Son perfectos para llevar adelante el diseño de los libros.
También trabajan con nosotros Aurora Muñoz, artista visual que lleva años experimentando en su arte con la técnica pop-up, y Felipe Arancibia, director de televisión y artista audiovisual, quien registrará el proceso de creación. Para nosotros esto es importante, porque es una actividad pionera en Chile, más aún en el ámbito del teatro.
¿Cómo se podrá conseguir el libro? ¿Cómo creen que será la recepción del público?
Los libros serán repartidos en las bibliotecas de liceos estatales de todo Chile y en bibliotecas especializadas en teatro: escuelas de teatro, universidades, Centro Gam y otras. Los primeros dos, al ser proyectos Fondart, no se podrán vender, pero el tercero sí, si conseguimos el auspicio. Creemos que la recepción del público habitual de teatro será muy positiva -de hecho, ya tenemos muchos encargos-, pero confiamos en que interesarán también a otros y por eso partimos este proyecto con la idea de generar nuevas audiencias para el teatro.
¿Cuál es para ti la importancia de crear libros sobre teatro chileno?
En general los libros pueden funcionar como depositarios, como archivo. En particular, estos libros buscan resguardar el patrimonio visual de puestas en escena que fueron hitos de nuestra historia teatral.
La dramaturgia de Isidora Aguirre y de Ramón Griffero, por ejemplo, está ampliamente resguardada, archivada y estudiada en varias universidades de Chile y el mundo. Pero no se puede decir lo mismo de las puestas en escena. Investigando sobre las obras para este proyecto vimos que no hay un estudio ni un registro profundo sobre el diseño y la puesta en escena. Por eso trabajamos con representaciones de montajes originales -no mostramos nuestra versión visual de las obras, sino que traducimos la puesta en escena real- e intentamos que sea en un formato amigable para un público amplio para que todos puedan acceder a ellas, entenderlas y conocerlas.
Más información escribiendo a librosmonomonono@gmail.com y en su perfil de Facebook.