21.6.2016 | Cada Minuto Cuenta
Cada minuto cuenta
17 junio| 11 am
Durante los minutos previos al estreno de una obra los actores se preparan, se concentran, alistan los últimos detalles del vestuario y maquillaje, enfocan sus energías para entregarlo todo al público, para darlo todo arriba del escenario. Este especial de “Cada minuto cuenta” no está dedicado a los artistas, quienes generalmente son los protagonistas de las historias, estos minutos previos están dedicados a los niños y niñas de la Escuela Sanitas, quienes el pasado viernes 17 de junio fueron a ver la obra El libro de Ojiisan de la compañía Teatro Niño Imaginario al Centro Cultural Espacio Matta. ¿Cómo lo vivieron? En la siguiente nota te contamos.
Los niños de quinto y sexto básico se alistan en el patio de la escuela para salir a tomar el bus. El entusiasmo, las risas, saltos y gritos son parte de la energía que muchos teníamos a la edad de 10 y 11 años, y la efervescencia aumenta si consideramos que son 63 niños y niñas los que corren por los pasillos para formarse ansiosos en el patio del establecimiento. Están contentos porque van al teatro, van a conocer historias.
La directora les da las últimas indicaciones les pide, con la autoridad que reside en ella, actuar de manera respetuosa y “portarse bien”, luego agrega con un tono cálido que le cuenten de qué se trató la obra cuando vuelvan.
Para Marianela Dinamarca Román, la directora, esta actividad es muy importante no solo para los niños, sino también por el ambiente que se genera. “Para mí es fundamental que ellos adquieran mayor cultura, porque una de las carencias que tienen es ir al cine, ir al teatro, ir a diferentes partes culturales donde pueden desarrollarse de manera integral”.
Origamis en forma de pájaros se encuentran a la entrada recibiendo a los niños. Algunos ya han venido al teatro, otros en cambio se enfrentan a una experiencia nueva, como lo es para Juan José. “Es la primera vez que vengo al teatro, sé que es, pero igual estoy emocionado. En el colegio me han contado, primero hay que organizar todo, después se ve la música, las luces, se escoge que tema se va a hacer…puede ser de comedia, tristeza, terror… pero a mí lo que más me gusta es la comedia y la acción”.
Mientras que Evelyn, nos cuenta que “el teatro nos enseña cosas, aprendemos a respetar y uno puede expresar sus sentimientos. Si uno quiere hacer cualquier cosa, lo hace”. Ya llevan un tiempo en este ritmo, de hecho, desde la segunda semana de abril su profesora y actriz, Diana Fraczinet les ha enseñado los primeros pasos en las artes escénicas. Las clases son parte del proyecto piloto que busca llevar el teatro a las aulas en dos escuelas de La Granja.
“Lo que más me llama la atención del teatro es el teatro de sombras, en el que hay una pared blanca con una tela y hay luz, como que manejan papeles y hay puras sombras. Me gusta porque con la profesora Diana que nos está pasando artes escénicas nos mostró un video de eso. Nos mostró también las tensiones”, cuenta Martín, uno de los niños más histriónicos de su grupo.
Para la profesora jefe, Jaqueline Barriga, incursionar en las artes escénicas es un paso importante en la formación, ya que trae beneficios a largo plazo. “Cualquier expresión de las artes escénicas, favorece la educación en la medida que va aportando al crecimiento personal de los estudiantes, y el crecimiento personal favorece posteriormente cualquier asignatura que se quiera hacer”, comenta mientras poco a poco se acercan los niños y niñas, quienes incluso dan su opinión seguido de esta afirmación.
“Yo he hecho pantomima y no me costó nada. Hemos aprendido las siete tensiones y este martes aprendimos los cuatro estados de la naturaleza, la tierra, el agua, el fuego y el aire. Con eso jugamos, la profe nos enseñó que no hay que tener miedo, que hay que hacerlo con más esfuerzo para que no se burlen”, cuenta Romina, presidenta de su curso.
Llegó el momento de entrar a la función. Todos se ubican y están a la espera del inicio de la obra El Libro de Ojiisan. Algunos ríen, otros callan a sus compañeros. En su mayoría están todos inquietos, hasta que se apagan las luces. La profesora Diana los recibe y recalca la importancia del respeto, logrando que todos guarden silencio. La función comienza y los cuatro personajes aparecen en escena, seguido de eso se suman las marionetas de origami, sonidos de bambú y elementos de la cultura japonesa.
Una hora duró la función, entre medio los niños del quinto y sexto básico vivieron emociones muy diversas. Una vez que se levantó el telón todos aplauden contentos, estuvieron atentos toda la obra y ahora más aún, porque llegó el momento de hacer preguntas. Parte Diana esta ronda, les pregunta por tipos de tensión de cada uno de los personajes, les consulta sobre qué elemento son y qué técnica se utilizó. Los niños levantan sus manos y responden, en su mayoría han aplicado lo que se les han enseñado.
Pero la mejor parte no es esa, lo mejor viene cuando se pueden subir al escenario. Allí comparten con los actores, tocan la escenografía y se prueban el vestuario. Ese es el momento que más los entretiene. “Hay niños que son disruptivos en ciertas asignaturas y en el teatro son un aporte, entonces allí canalizan las energías de forma positiva. El teatro es una experiencia en la que los estudiantes salen de este esquema de las clases estructuradas, en donde tenemos a los niños sentados en la sala, por el contrario, esto los motiva y los lleva a trabajar de otra forma en la clase. Ellos descubren sus fortalezas y debilidades. En el teatro ellos desarrollan esas habilidades que están y permanecen ocultas, porque el sistema nos normaliza y nos exige mucho y esa creatividad se guarda y se anula”, aseguró el profesor Marcelo Molina.
Para el actor Felipe Beltrán, esta instancia de encontrarse con los niños después de la función permite que los pequeños den con la construcción completa de la obra, “eso pedagógicamente fomenta la participación de sus propias creaciones y les permite vislumbrar cómo se confeccionan las cosas, y para nosotros es súper satisfactorio”, comentó.
Mientras que para la actriz Consuelo Miranda, hay una necesidad en los niños de conocer más, de saber sobre teatro, música, y danza, “creo que es importante para que los niños puedan descubrir y experimentar otras cosas que no están acostumbrados. El teatro es un mundo infinito y esta oportunidad es muy buena para ellos”.
Llegó el momento de partir. Los niños y niñas bajan lentamente del escenario, caminan por el pasillo hacia la salida y la profesora Diana los despide. Fue una gran jornada, los niños aplicaron los contenidos vistos en clases, se mostraron atentos e identificaron las siete tensiones y los cuatro elementos, lo que provoca satisfacción en la profesora:
“El teatro es súper integral. El teatro, como también otras artes, ayudan al desplante de la persona, a sacar su carácter, a desarrollar el trabajo en equipo. Esto hace que los niños tengan un bagaje cultural, ellos pueden diferenciar entre todos los estilos de teatro, todos los tipos artes escénicas. Por ejemplo, ellos pueden decir esto es circo contemporáneo o que es circo tradicional porque tiene animales. Eso hace que cuando salgan a la vida, vean las cosas de otra forma”.