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Se trata de una obra sobre el pasado y el futuro, sobre la elección que cada uno de nosotros debe hacer, incluso si no hay elección. Un aspecto importante de la obra es la sinceridad y la experiencia personal de los actores. Sus actuaciones se equilibran entre la actuación teatral y el testimonio documental. Los temas de la identidad son centrales, en particular la forma en que se ve influenciada por fuerzas externas como la guerra. Los personajes luchan con un sentido de pertenencia, tanto a su país como a sus vidas personales, y se cuestionan quiénes son frente a la adversidad.

La historia se centra en el trauma psicológico y emocional causado por la guerra en curso en Ucrania, y en cómo las personas afrontan las duras realidades del conflicto y los efectos a largo plazo en su salud mental. La elección humana y cómo afecta al destino de una persona, la soledad y el conflicto interno. El tema de la catástrofe, de un hombre pequeño en el contexto de grandes acontecimientos, también se rastrea en la obra.

La puesta en escena es conmovedora, de naturaleza sociopolítica, y refleja los acontecimientos actuales en Ucrania. La dirección de Valters Silis se centra en el realismo y la profundidad emocional mediante el uso de las historias personales de los actores. La obra se caracteriza por una combinación de estilo documental y expresión artística. El uso de modelos a escala y de cámaras crea un espacio de múltiples capas donde la realidad y la ilusión se entrelazan. Las casas en miniatura sirven como metáfora de la vida en ruinas que se proyecta en la pantalla, lo que realza el impacto dramático.