Rodrigo Pérez y Teatro la memoria: "Es un sueño de toda la vida que estamos intentando sostener"
Cae la tarde y la primera lluvia de la temporada se abre paso en Providencia, me aproximo a la puerta de Bellavista 0503 donde se sitúa el mítico Teatro La Memoria, un espacio que recientemente abrió sus puertas al público, y que en una segunda etapa de vida está bajo la administración de Alfredo Castro y tres compañías en residencia.
Por Constanza Rifo
Ya sabemos cómo terminaron las cosas en 2016, luego de una estafa y el abandono del Estado tras once años de funcionamiento, el Teatro la memoria ponía fin a sus funciones para convertirse en el Teatro del DUOC UC. La carga emocional e histórica que tiene este lugar que albergó, y por suerte continúa albergando, la creación escénica es grande. Me paro afuera de la puerta, ya casi son las 18:30 y se encuentra cerrado con llave. Al poco rato y después de las primeras gotas que recibía la ciudad llega el boletero del Teatro: hay función de Mano de Obra, el montaje que inauguraba este lugar en 2003 y que en este renacer se monta nuevamente de manera simbólica, tras la insistencia de las actrices que la interpretan.
Sentada en el lobby, mientras observo los afiches de obras insignes del lugar colgados en la pared, veo a Rodrigo Pérez, quien con una capa roja impermeable y un poco mojado por la lluvia llega al Teatro, hoy tiene que actuar. Cuando hablamos de la reapertura del Teatro La Memoria es fácil pensar en todas las cosas buenas que eso significa, pero en el contexto en que estamos es importante visibilizar y entender en qué condiciones funciona este lugar tan importante para las artes escénicas nacionales. El contrato entre el DUOC UC y el espacio terminó este año, por eso había dos opciones para Alfredo Castro: o se volvía a arrendar a algo que no fuera un teatro ─lo que significaba perder todo ─ o se hacían cargo nuevamente. Así fue como, viendo la hermosura de este espacio y la suerte de tenerlo, la opción fue la segunda, sostenerlo a modo de marcha blanca.
La rutina del profesor, director y dramaturgo en este lugar es variopinta, se sonríe al reconstruir sus pasos “siempre nos turnamos para ver quién abre, tampoco se trata de tener abierto muchas horas porque eso significa gastos. La rutina tiene que ver con barrer la vereda y el lobby, pero no trapear, y luego despapelar los baños del día anterior. Eso sí que cuando actúo la rutina se acorta, porque tengo que ir a vestirme, pero cuando no, me quedo a recibir al público porque a mí me encanta conversar con las personas y cuando preguntan cosas explicarles, ellos lo agradecen mucho” comenta.
La metodología para llevar a cabo esta gestión fue convocar a tres compañías además de La Memoria. Fue así como contactaron a La María de Alexandra Von Hummel y Alexis Moreno, La Provincia, que dirige Rodrigo Pérez y a la Academia Nómade, de Millaray Lobos. En cuanto a la programación, la intuición ha sido la guía de Rodrigo Pérez, encargado de la curatoría del espacio, claro que una intuición fundada en su trayectoria teatral y gusto, todo bajo el sello de la calidad, con obras que de alguna manera sean una alternativa y un aporte a los lenguajes teatrales contemporáneos, con prioridad a las compañías en residencia.
Para Rodrigo la clave está en descubrir su propio modelo de trabajo en la medida que van gestionando “miserablemente”, como él dice, este espacio, que no tiene por qué seguir otros modelos o imitar la forma de trabajo de otros teatros. La noticia generó que se acercara mucha gente a ofrecer ayuda, pero en este momento de sus vidas, las artistas apuestan por descubrir su camino en la marcha “nos informamos y hacemos un poco caso, un poco no, vamos dejando que opere una vez más la intuición porque tenemos solo una certeza, y es que las obras y seminarios que hacemos son súper buenos”, asegura el actor.
Si bien en un principio abrieron las puertas sin siquiera tener una ticketera para comprar entradas on-line, gracias a la Red de Salas de Teatro, que albergó este lugar en el pasado, sucedió rápidamente la reincorporación, y de un día para otro llegaron las máquinas que permitieron un sistema de compra más expedito. Hoy las butacas están agotadas, lo mismo pasa con las funciones del fin de semana, un motivo de alegría pero tampoco para cantar victoria. Las butacas del teatro suman 100 y aún así con la sala completa nada les asegura tener las cuentas pagadas a fin de mes. Con nostalgia y un dejo de esperanza comenta "Para mí abrir este teatro tiene una carga emocional principalmente, en el sentido de volver a encontrarse con un pequeño lujo que quizás uno no apreció en el momento que estaba acá y un pequeño gran lujo es realmente hermoso, es un lugar muy deseable como espacio escénico. Lo otro es esa sensación de llegar con llaves, esperar a que se vayan todos, quedarse lavando las copas, jaja... y cerrar. Esto es un sueño de toda la vida que estamos intentando sostener, ojalá se pueda".
“Para mí abrir este teatro tiene una carga emocional principalmente, en el sentido de volver a encontrarse con un pequeño lujo que quizás uno no apreció en el momento que estaba acá”
–Rodrigo Pérez
Actor, director y dramaturgo
Actualmente tienen la idea de postular a un fondo del Estado, pero Rodrigo un poco reacio a la idea comenta que "yo los reto, les digo que no pongan los huevos en ese canasto, pensemos que en que en dos años no vamos a tener nada, si nos va muy bien tendremos a alguien que haga los baños. Antes intentamos calzar en un modelo y había un financiamiento que no nos aseguraba que iba a seguir y si no seguía cómo íbamos a mantener esa estructura humana que habíamos formado". Si bien ya no está esa institucionalidad que sostenía este espacio (secretaria, contador, personal de aseo, etc) y la diferencia es radical, sacarlo adelante ha sido un proceso de aprendizajes y de mucho trabajo colectivo que ha dado sus primeros frutos y que no pretende detenerse.
Hoy tienen función de Mano de Obra, emblemática obra que lleva a escena el texto de Diamela Eltit, elegida para ser parte de la temporada por el simbolismo e insistencia de las actrices Amparo Noguera, Taira Court y Paola Giannini, quienes entusiasmadas armaron un WhatsApp para convencer a Alfredo Castro de montarla. Esta obra se basa en el mismo texto, pero entiende el contexto en el que se encuentran hoy como compañía y el director decide trabajar con los escombros de lo que fue la puesta en escena en su momento, las ruinas de Mano de obra. Además, en vista de que no hay presupuesto, la estética se volvió más sencilla, y reproduce "juguetonamente" lo que fue en un origen. Sorpresivamente para Eltit esto permitió que el texto apareciera nuevamente, y tomara una mayor importancia.
Si de imaginar un futuro para este espacio se trata, Rodrigo no piensa en nada muy distinto a lo que ya tienen y piensa con una tranquilidad que le entregan los años de carrera, los años de teatro "Me imagino que debería haber una rotación de las compañías en residencia, pero no agrandado ni tratando de tener nuevas sedes, no comprándose la casita de al lado ni nada de esas cosas, lo que si sería estupendo es que acá en el segundo piso hubiera una escalera de caracol y en la azotea un café, ese es mi único sueño junto con que hubiera una tranquilidad en términos económicos. Nada más, ni siquiera apostar a vivir de esto".
Próximamente en el Teatro la Memoria se presentará el colectivo Bonobo con Dónde viven los bárbaros por última vez, Las Huachas de Teatro La María, Franco de Alexandra Von Hummel y María José Pizarro, luego una obra francesa y Diatriba, entre otros montajes. Acá todo se avisa sobre la marcha, no hay un lanzamiento de programación ni un aviso previo, si quieres saber más tienes que estar atento.