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Gustavo Meza y Elsa Poblete: El teatro siempre se ha hecho por amor


Como cada año, Santiago a Mil reconoce el trabajo de las y los creadores que han dedicado su vida al desarrollo de las artes escénicas en Chile. Una tradición que continuará este 2020 con la distinción de dos destacados artistas nacionales: el director, dramaturgo y Premio Nacional de las Artes y la Representación 2007, Gustavo Meza, y la directora y actriz de teatro, cine, televisión, Elsa Poblete. Acá te contamos su historia, esa misma que hoy lleva a esta pareja y compañeros teatrales, a ser los homenajeados del festival.

Texto y fotos por Constanza Rifo

La actriz, Elsa Poblete, estuvo toda su vida rodeada de arte. Su padre, el pintor Gustavo Poblete, fue un referente fundamental en su formación, y una de las principales razones por las que, siendo joven, decidió estudiar artes visuales. Sin embargo, una experiencia en la población La Bandera la haría dar un giro en su vida y comenzar sus estudios de actuación.

“Un día en el gobierno de la Unidad Popular fuimos a hacer un trabajo voluntario a una toma de terreno, ese día llegó un grupo de estudiantes de teatro y se repartieron por la población, ubicaron cuáles eran las historias centrales del lugar y por la tarde mostraron la historia escenificada, entonces la gente lloraba, y estaba dichosa, se producía una cuestión que a mí me conmovía mucho, el vínculo vivo entre las personas, esa experiencia fue definitiva”, recuerda.

En el caso de Gustavo, su padre era parlamentario, entonces primero se matriculó en derecho, pero no había caminado dos cuadras cuando se arrepintió y se fue a matricular a psicología y teatro, cursando carreras paralelas. Su inspiración de niño era su abuelo, un irlandés que escribía poesía y que exigía que sus nietos hicieran lo mismo y luego lo representaran. Además, estaba en un colegio que fomentaba desde temprana edad el acercamiento al arte.

“Cuando me llevaron a ver al teatro experimental en el colegio, y vimos Fuente Ovejuna, quedé tan maravillado, y dije - Eso es lo que yo quiero hacer”, dice.

Están juntos hace 27 años. En su casa se respira amor y compañerismo, en la entrada hay un maniquí, en el cuarto de estar estatuillas, cuadros, santitos, y una gran foto de los abuelos de Gustavo Meza en el medio. La mitad de esta sala la decoró él y la otra Elsa, su espacio luce menos cargado y más minimalista, en la pared se posan unos cuadros y eso es todo. No tienen los mismos gustos, pero encajan perfecto. Cuando sacan la cuenta del tiempo que llevan siendo pareja siempre dicen que son como 8 años, pero en realidad, es toda una vida.

Hoy, sentados en su living tomando té y comiendo queque, se disponen a hacer memoria.

La historia del Teatro Imagen

Gustavo Meza levantó en época de dictadura militar el Teatro Imagen, luego del cierre de la escuela de teatro de la Universidad de Chile. En esos tiempos, la mayor parte de la gente de teatro se había ido al exilio, sin embargo, para Gustavo ésta no era una opción.

“Recibimos una invitación del Partido Socialista Español para hacer lo mismo que habían hecho los mexicanos con el galpón de Uruguay, que era llevarse al grupo y moverlo por el mundo denunciando la dictadura de Uruguay. Querían que fuera lo mismo en Chile, pero en ese momento recibimos a los primeros artistas que salían, los que habían caído presos, y nos contaron que en los campos de concentración estaban haciendo teatro, entonces nosotros dijimos, en latín, que ni cagando nos íbamos del país. No íbamos a resistir la vergüenza afuera y no hacer nada, entonces hicimos teatro con la gente que teníamos dentro de la universidad, donde yo era profesor, así empezó el Teatro Imagen”, cuenta Gustavo Meza.

Gustavo Meza y Carlos Matamala, que habían decidido quedarse en el país, lograron una colaboración de parte de la embajada francesa, que en ese entonces puso a disposición de ellos un espacio que tenía el Instituto Chileno Francés en la calle Agustinas, para que pudieran hacer teatro.

“Gustavo y Carlos convocaron a los alumnos que no podíamos ir a la escuela porque estaba cerrada, y llegaron hartos, empezaron a trabajar en la idea de que este golpe de Estado iba a durar muy poquito tiempo, pero la gente empezó a tener que irse porque los perseguían, otros estaban presos, entonces se redujo el grupo, y Gustavo y Carlos deciden hacer un grupo de teatro juvenil. Ahí entré yo, porque tenía un compañero de la escuela que me invitó a participar, Luis Vera, y la verdad es que me salvó la vida”, recuerda Elsa.


Según Elsa y Gustavo, cuando la escuela de teatro reabrió lo hizo con “aficionados al teatro” en el lugar de los profesores, por lo tanto, la calidad de la enseñanza disminuyó considerablemente. En ese contexto Elsa Poblete no lograba saciar sus ansias de aprender, lo que enseñaban en ese lugar no le parecía suficiente, ella quería estar con los profesionales del teatro. Entonces formó parte del Teatro ICTUS y luego del Teatro UC, buscando estar cerca de los pocos adultos con experiencia que quedaban en el ambiente.

“La educación teatral era muy deficiente porque estaba muy dentro del contexto de quienes habían dado el golpe, del individualismo, fundamentalmente, y el teatro no puede ser así, el teatro es una creación colectiva, eso lo inventó Shakespeare, que es lo que realmente el teatro es: una acción colectiva. Entonces decidimos armar una escuela de teatro, con un tipo de educación absolutamente distinta, se diferenciaba en transformar esta cosa de que el teatro era una creación de todos, en un dogma” comenta el Premio Nacional de las Artes y la Representación.

Gustavo Meza, junto a las personas que formaban Teatro Imagen en ese entonces, tenían una premisa: “No hay teatro chileno si no hay autores chilenos”, por lo que se esforzaron en levantar una camada de dramaturgos como Marco Antonio de la Parra y Paco Rivano, entre otros, e incluso Gustavo terminó escribiendo alrededor de 40 obras hasta ese momento. Pero hacer teatro en dictadura no era una tarea sencilla, frente a la extenuante censura que imponía el gobierno militar, los y las artistas tenían que jugar con las sutilezas del lenguaje para entregar mensajes a través de su trabajo y no ser censurados.

Las obras que hizo Teatro Imagen en dictadura, han recorrido el mundo y son obras que todavía tenemos en repertorio; es una locura, porque va cambiando el tiempo, el público, la visión y cómo cada público recibe las obras, pero comprobamos que se mantiene el efecto que buscamos inicialmente. Al crear El último tren, un montaje que hablaba de los ferroviarios y otros contenidos contingentes, notamos que el público necesitaba conectarse con sus emociones y nos propusimos un metalenguaje, apoyándonos en lo más rescatable del melodrama, potenciando una visión que iba directamente a la inteligencia emocional y psicoanalítica”, recuerda Gustavo.

La educación artística

Gustavo Meza ha dedicado su vida a la formación de nuevos creadores, su teatro que tiene más de 40 años funcionando, es un espacio que ha visto egresar a generaciones de actores y actrices, entre los que destacan Amparo Noguera, Antonia Zegers, Sebastián Vila y Alejandra Fosalba. Elsa Poblete se unió a la labor pedagógica en este lugar después, pero hasta el día de hoy ambos son los principales impulsores de este “espacio de resistencia a las lógicas de mercado”, como alguna vez lo llamó su director.

“La educación artística en mi vida es indispensable, es lo que lo va manteniendo a uno en contacto con lo que está sucediendo en el mundo. Estás viendo lo que está pasando, es algo que uno va renovando, cuando te dedicas a la educación artística con una generación se apodera de ti absolutamente, te conectas con esa generación y con lo que está pasando afuera. La educación es de ida y vuelta, uno va recibiendo, entendiendo y se va educando”, dice Gustavo.

Una escuela con tanta trayectoria tiene sin lugar a duda un sello, una estampa, algo que la diferencia de otros espacios, en este caso es la metodología de educación. Elsa recuerda que cuando el Teatro Imagen formó la escuela, tenía una forma de enseñar particular, los alumnos trabajaban con actores de la compañía, hacían las escenas, entonces un chico que estaba empezando a aprender y tenía que actuar con Tennyson Ferrada, Jael Unger, Coca Guazzini , una oportunidad impensada para los estudiantes.

“No cabe, dentro de la enseñanza universitaria, la enseñanza que el arte es una parte que esencialmente corresponde al área emocional del ser humano, porque lo que ellos hacen es crear gente apropiada para la sociedad, entonces ese esquema de educación lo amplían a todo y lo extienden dentro del teatro, entonces cuando te sugieren que traigas a alguien porque tiene un máster en artes escénicas, qué máster va a tener si no ha trabajado nunca en teatro…”, dice entre risas Gustavo Meza.


Elsa, por su parte, toma en valor que el Teatro Imagen siempre se ha enfocado en lo colectivo de la creación teatral. Para nosotros es casi un dogma, como primera y única posibilidad. Esto en medio de una realidad que le preocupa particularmente de las artes escénicas, que es la poca capacidad para crear compañías, y la forma utilitaria que tienen de operar las salas, lo que iría en directa relación con la calidad artística y la oferta teatral actualmente, un problema que cree que tendrán que enfrentar las próximas generaciones, además de lograr lo que ellos no pudieron: que el arte se convierta en una necesidad para el ser humano.

“Nosotros tratamos de ir en la corriente de lo artístico y esa corriente la ha marcado el desarrollo de los individuos, de la identidad de cada uno, unido a la capacidad de crear colectivos, de crear compañías y esa es la corriente del arte teatral, porque en Chile ha existido el teatro no gracias a los individuos, sino a las compañías, y la sociedad va contra la corriente, porque le interesa sólo crear individualidades, hoy nos topamos con que todo tiende a hacer desaparecer las compañías”, dice Elsa. Además, agrega que “la gente joven hoy hace un montaje, las salas están atiborradas, entonces ofrecen para que uno haga 6-8 funciones, y además llegas a la sala y estás a las 7 con una cosa, tienes que salir corriendo, no pudiste hace training porque a las 6 había otra, entonces no pudiste preparar tu cuerpo, etc. Todo eso va disolviendo un valor artístico, ético, creativo, de manera muy acelerada, entonces los actores están en un montaje y otro y otro y eso va en desmedro de la calidad artística de todas maneras”.


El teatro siempre ha sido movido por el amor

En la nueva edición de Santiago a Mil, el festival homenajea a Gustavo Meza y Elsa Poblete, quienes, unidos por una vida dedicada a las artes, han aportado de manera constante a la creación, docencia y difusión teatral, siendo parte fundamental de la historia del teatro local. Pero ellos quieren recalcar una cosa más, y es que el teatro siempre se ha hecho de a dos.

— Gustavo: A mí me parece fantástico ser homenajeado, porque es un reconocimiento que nunca se ha hablado, que es que el teatro desde siempre es mantenido por parejas, por amor, por parejas heterosexuales u homosexuales o parientes que se hacen los lesos, pero siempre ha sido por amor, y eso poco se reconoce, todos se hacen los lesos.

¿Y a ti Elsa? ¿qué te parece?

— Elsa: Me conmueve mucho, para mí es algo muy inesperado, es bonito, el símbolo de algo que ha sido nuestra vida… me hace muy feliz. En dictadura siempre se trabajó en parejas, las compañías siempre fueron de parejas, y también de amigos, porque el teatro es maravilloso y en lo personal para mí es juego, pero hay que tener un ñeque para hacerlo, entonces uno siempre encuentra su yunta, y así era en dictadura. Es un reconocimiento teatral y del amor nuestro.



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