“El teatro no es otra cosa que una fiesta de la humanidad”
¿Una Escuela Nómade en Kiev? ¿El Teatro del Sol en Kiev? Venir a compartir nuestra manera de hacer teatro, venir a celebrar, como dice Meyerhold, en un país en guerra intensa desde hace un año, ¿es acaso inconsciente, superfluo, arrogante? Se podría decir de todo. Se dirá probablemente todo; a tal punto nos es difícil explicar un gesto de amor, de admiración, de gratitud, de inquietud y de angustia incluso, pero sobre todo de confianza y esperanza. - Vsevolod Meyerhold, hombre de teatro, ruso, asesinado bajo la orden de Stalin el 2 de febrero de 1940.
Por lo demás, no nos habríamos atrevido a proponer un tal viaje, si no tuviéramos mil y un testimonios de la extraordinaria facultad de celebración de la vida, de la cual hacen pruebas tantos ciudadanos de la capital y de otras ciudades de Ucrania, donde los teatros abren. Casi todas las noches. Contra viento y marea. Con o sin luces. Donde los músicos tocan. Casi todas las noches. Contra viento y marea. Con o sin sonido. Entonces, como quedar impotentes, frente a nuestros televisores, pasmados por el heroísmo de unos e incrédulos frente a la pusilanimidad procrastinadora de otros. Otros entre quienes… nosotros, en este caso. Por esto, una Escuela Nómade del Teatro del Sol en Kiev es un saludo. Una reverencia. Una inclinación ante quienes luchan por la vida, la libertad, la democracia contra el ejército de una banda de crápulas mafiosos que portan el knut* sobre un pueblo perdido, enceguecido, sometido hace siglos, a quienes prometen, a golpe de mentiras sin sentido, la delirante reconquista de un imperio totalitario, a dios gracias, desaparecido.
Me permito citarme a mí misma al recordar el pasaje de un prefacio que un día escribí:
“Pienso en esta mujer judía, que dirigía un teatro en el ghetto de Vilnö. Sí, un teatro. Tomaba pan de su ración de cada día, y amasaba y moldeaba muñequitas de miga. Y todas las noches esta mujer famélica animaba a sus nutritivas apariciones, haciendo entrar sus actores de pan sobre su teatro minúsculo, frente a decenas de espectadores hambrientos como ella y como ella destinados a la masacre. Todas las noches, hasta el final. Hay que guardar el rastro de esta mujer como una herida incurable. Hay que hacerlo, pues si nos olvidamos del pequeño teatro de pan del ghetto de Vilnö, perderemos el teatro."
Hoy día agregaría: perderemos toda oportunidad de vivir dignamente.
Ariane Mnouchkine, 18 de febrero de 2023.