Alejandro Sieveking: Una vida dedicada a la creación
El actor falleció a sus 85 años, dejando un destacado legado como actor, dramaturgo y director.
Con un repertorio de más de cuarenta obras, Alejandro Sieveking, fallecido a los 85, es uno de los más prolíficos y reconocidos dramaturgos chilenos. Hoy recordamos su trayectoria, que dejó un importante legado en el teatro, el cine, la literatura y las artes plásticas.
Alejandro estudiaba Arquitectura en la Universidad de Chile cuando comenzó a interesarse por el teatro, principalmente por la dramaturgia. Luego de participar en el Primer Festival de Aficionados de 1955, en el Teatro Antonio Varas, con la obra Encuentro con las sombras, abandonó la carrera de Arquitectura para entrar a la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile en 1956.
Luego de inspeccionar en la actuación, comenzó a dedicarse de lleno a la producción dramatúrgica en la década del 50’, en el marco de los teatros universitarios. Ya en su segundo año había escrito Mi hermano Cristián, y al poco tiempo, escribió importantes obras de la época como Una plaza sin pájaros, El paraíso semiperdido, Fin de febrero y Cuando no está la pared.
En la universidad, Alejandro conoció a Víctor Jara, con quien forjó una amistad y trabajó de manera conjunta. Muchas de las obras que Alejandro escribió, fueron dirigidas por Víctor. Todas, exitosas puestas en escena que fueron aclamadas por la crítica; entre ellas están Parecido a la felicidad, Ánimas de día claro y La remolienda.
El dramaturgo continúo escribiendo numerosas obras, entre las que se cuentan Tres tristes tigres, El Cheruve, Una vaca mirando el piano, Las apariencias, Todo se fue, se va, se irá al diablo, La mantis religiosa, Manuel Leonidas Donaire y las cinco mujeres que lloraban por él, Cama de batalla y La virgen del puño.
Un año después del golpe de estado, Alejandro se entera del asesinato de Víctor Jara y abandona el país junto a Bélgica Castro, actriz con la que contrajo matrimonio en 1962. Así fue como retomaron sus carreras artísticas en Costa Rica. La primera obra que estrenaron en ese país fue Pequeños animales abatidos, que ganó el Premio Casa de las Américas de Cuba.
Recordamos los guiones que escribió en su regreso a Chile, entre ellos La comadre Lola, Directo al corazón, Ingenuas Palomas, El señor de los pasajes y La fiesta terminó. También su legado en la literatura con sus libros La señorita Kitty y Bella cosa mortal.
Su vasta trayectoria en la dramaturgia lo llevó a ser vicepresidente de la Sociedad de Autores Nacionales de Teatro, Cine y Audiovisuales (ATN), miembro de la Academia de Bellas Artes de Chile y merecedor de importantes premios; entre ellos el Premio Municipal de Teatro de Santiago en dos oportunidades y el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales 2017.