Carla Zúñiga: “Me cuesta mucho pensar la dramaturgia desde el poder”
Por Constanza Rifo
La Niña Horrible es una compañía multidisciplinaria de teatro fundada el año 2013 por el director Javier Casanga y la dramaturga Carla Zúñiga. Hoy, a cinco años de su nacimiento, estrenan El amarillo sol de tus cabellos largos y, junto a este sexto montaje, se sitúan en un momento de profundización de su trabajo: “estamos en un proceso de cambio, buscando cómo profundizar en el lenguaje que hemos generado a partir de nuestros montajes anteriores, siento que estamos pasando de un lugar más expresionista a un lugar mucho más existencialista” comentan.
El Amarillo sol de tus cabellos largos es un montaje que nos invita a pensar la maternidad desde un lugar poco común en nuestra sociedad, a través de la historia de Alma, un travesti al que su familia le quitó su pequeño hijo de casi un año, cuestionando su orientación sexual y desestimándolo en su rol de madre/padre. Una interpelación a un Chile que hasta estos días consagra a la familia, bajo la óptica de la heteronorma, como una de las instituciones más importantes. Pero ¿qué es la familia? ¿cómo se vive la maternidad desde un cuerpo que no es “normal” según la sociedad?, ¿desde dónde es revolucionario ser madre? estas son sólo algunas de las preguntas que el montaje deja entrever.
“Desde un principio queríamos hablar de la maternidad, yo fui mamá este año y era un tema que me estaba rondando, el cómo repensar la figura de la madre desde el feminismo, porque pareciera que feminismo y madre no fueran de la mano, como que ser madre es imposible pensarlo fuera de una estructura patriarcal. Entonces, me comencé a preguntar ¿cómo podemos resignificar a la madre en nuestra sociedad?, y así pasamos por muchos temas, por la violencia obstétrica, por mil historias, y luego llegamos a esta imagen de esta mujer que es travesti y no puede ser madre por ser quién es” recuerda Zúñiga.
El amarillo sol de tus cabellos largos busca que el público cuestione todo lo establecido. Para Carla es importante que exista una reflexión con respecto a cómo uno mismo se enfrenta a estos temas. “Pienso que hay que cuestionar la idea de libertad y felicidad que está tan establecida en la sociedad y también dar cuenta de los propios prejuicios que tenemos todos, porque por más liberal que uno sea, siempre quedan vestigios de homofobia, machismo, etc. Siento que a través de una comedia negra podemos reírnos de nosotros mismos”, agrega.
Por otro lado, Prefiero que me coman los perros se perfila como algo “diferente a lo que ha hecho”. Si bien, añade Zúñiga, aquí también se ponen en discusión temáticas de género en clave de humor negro, Prefiero que me coman los perros es una obra con una estética fuera del grotesco que caracteriza tanto a los montajes de la autora.
Prefiero que me coman los perros cuenta una historia que podría representar a cualquiera. Diez años después de un accidente de trabajo, Eugenia intenta sanar su pasado en el diván de una psicóloga. A partir de ahí, la obra se convierte en un retrato de estos tiempos de agobio y sobreexigencia. A partir de un hecho real el montaje habla sobre el precario escenario laboral actual, donde reina la negligencia y la frustración, para ahondar en la soledad y el anhelo del encuentro, dos rasgos propios de esta época.
“Trabajar con Jesús Urqueta fue bueno porque llevaba mucho tiempo trabajando sólo con mi compañía, entonces fue muy interesante enfrentarme a otra mirada, otra forma de trabajo incluso, y Jesús es muy respetuoso, tiene una mirada del teatro muy muy distinta a la mía. A él le gustan las cosas más íntimas, más realistas y yo soy como del expresionismo, del grotesco y el travestismo. Él es como más político de las clases y yo más del género, pero siento que esa mezcla y ese choque de dos miradas funcionó muy bien” comenta Carla.
Porque considero que el teatro debe ser político y son los temas que a mí más me llaman la atención, lo que más pienso como una problemática en la sociedad, entonces me interesa que se aborde desde el teatro, desde ahí se puede hablar con profundidad y se le puede dar una vuelta desde la puesta en escena, desde el diseño, no sólo desde la dramaturgia, sino como el teatro en total. Para mí son importantes porque soy mujer y he vivido en primera persona la discriminación, no fue tan pensado partir hablando de ahí, y al ir haciendo más obras me he hecho más consciente de ese discurso de género.
En general con La Niña Horrible, que es mi compañía, en casi todos los montajes le he hecho la asistencia de dirección a Javier Cassanga, entonces el texto se escribe pensando en la puesta en escena también. Mientras que en los otros trabajos como Prefiero que me coman los perros es diferente, pero a la vez mientras iba escribiendo el texto también lo iba trabajando con Jesús Urqueta, para que no haya una distancia tan grande entre el director y el texto, no es la idea que se enfrente a un texto terminado y muy cerrado, me interesa el teatro y la puesta en escena más que el texto en sí mismo como literatura.
Es una mezcla de mi familia que es una fuente de inspiración que no se acaba nunca, de mi infancia. También influye mucho que todos somos de la Arcis y venimos de la escuela del Ramón Griffero, que es de lo grotesco y es más grande, de lo que nace de la forma y la estética, siento que se nota mucho el sello de él en la compañía.
Porque eso es lo que me interesa, en el teatro es súper difícil escribir del otro lado, igual se hace, pero yo creo que es lo que más conozco, me cuesta mucho pensar la dramaturgia desde el poder o las clases dominantes, me cuesta imaginarme una historia.
Ramón griffero es un referente para mi, Juan Radrigán, la Nona Fernández, la Ximena Carrera, Guillermo Calderón, Pablo Manzi, son personas que están escribiendo cosas muy potentes creando lenguajes y discursos muy interesantes.
Yo creo que hay muchas mujeres escribiendo y eso es muy bueno, hay temas muy diversos, obviamente faltan espacios, visibilidad y siempre a las mujeres nos va a costar más por ser mujeres y aunque parezca que no es así, sigue siendo así un poco. hay mucha gente, han aparecido festivales y se presentan muchos textos de dramaturgas y eso me parece muy potente.
Ese es un espacio que le da visibilidad a la dramaturgia femenina y es bueno que la gente sepa que hay muchas mujeres escribiendo, que no todas quieren hablar de relaciones de pareja, que hay otros temas. El cambio es de a poco, aparentemente el cambio es mucho más radical de lo que realmente es, parece que estamos super liberados del machismo y de la homofobia, pero no es tan así. Este año han pasado cosas muy importantes, de denuncias y mil cosas, que hacen sentir que está cambiando la cosa, pero de a poquito, es un proceso.