Pablo Fidalgo, director del festival Escenas do Cambio: “Si hay ideas, hay teatro, siempre”
En Europa, los grandes festivales de artes escénicas suelen ser en verano. Aprovechan el buen clima, los días largos, el ánimo de fiesta. Entre ellos, un joven festival se arriesgó y se tomó el calendario cultural de Santiago de Compostela, en la provincia de Galicia, al norte de España, en pleno invierno.
Se trata de Escenas do Cambio, un encuentro impulsado por un cambio en la escena teatral gallega. Así lo cuenta Pablo Fidalgo, director artístico del festival, encargado de la curatoría y programación desde su creación en 2014. “Seguramente el cambio es todavía más un deseo que una realidad”, comenta. “Creo que en Galicia hubo un corte. Para mí lo urgente es que las artes escénicas no comerciales se normalicen. El teatro es un arte político, pero no se puede instrumentalizar todo el tiempo, porque eso solo lo empobrece más y más”.
¿Qué tipo de teatro buscas para la programación?
Estoy muy interesado, como artista y como curador, en lo que podríamos llamar teatro documental. Creo que muchos de los problemas actuales de España, tanto políticos como culturales, tienen que ver con el desconocimiento brutal de nuestra historia. Es evidente que el teatro ha desbordado el edificio teatral y la idea de ficción, y el festival trata de acompañar ese proceso. También creo que el teatro antiespectacular, la idea de conferencia performática, es una solución posible para muchos trabajos y para tiempos como éste. Si hay ideas, hay teatro, siempre.
Para quienes no están en Santiago de Compostela, ¿cómo se vive el festival en los espacios?
¡Los que no estáis en Santiago de Compostela deberíais estar! Este año, por primera vez el festival ocupa varios teatros y espacios en la ciudad, hay encuentros con el público después de las obras, hay cuatro laboratorios muy diferentes entre sí. El festival va a dos velocidades. Por un lado, las personas de Galicia lo van conociendo de a poco y cada año lo respaldan más. Por otro lado, en Europa nos hemos convertido en uno de los festivales más respetados, y este año hemos entrado en la red THE TIME WE SHARE junto a fuertes festivales europeos como el Kunstenfestivaldesarts (Bélgica), Alkantara (Portugal), Santarcangelo (Italia), Theaterformen (Alemania), Baltoskandal (Estonia) y Actoral (Francia).
Las obras que han apoyado o coproducido han tenido buena salida nacional e internacional.
Siempre trato de recordar que Galicia no es una comunidad rica, y que si este proyecto sale adelante cada año es siempre con un gran esfuerzo. No somos un centro de producción, ni lo vamos a ser por el momento. Hemos apoyado, sí, algunos trabajos pequeños de artistas jóvenes. Es importante que Escenas do Cambio no deje de ser un laboratorio, que no se transforme sólo en un festival de exhibición. Hay mucho trabajo de campo que hacer.
¿Cómo eligen qué proyectos apoyar?
Creo que el mérito siempre es de los creadores, yo lo único que hago es una programación lo más coherente posible, y aprovechando mucho la colaboración con instituciones portuguesas. Nos miramos mucho en Portugal, que es un país conectado culturalmente con todo el mundo, y al que en España aún se sigue mirando con cierto desprecio.
Dentro de la programación, dos creadores chilenos fueron incluidos por Fidalgo. Guillermo Calderón con Mateluna, y Manuela infante con el work in progress de Aparato radical. “Estos trabajos de Guillermo y Manuela me parecen importantes dentro de sus trayectorias, pero ahora ya estoy entusiasmado con poder traer Villa, de Calderón, o Zoo, de Infante. Hay que recuperar el tiempo perdido”, dice el director.
¿Cuáles fueron las razones para programar Mateluna, el más reciente estreno de Guillermo Calderón?
Para mí, Calderón es el mejor escritor de teatro en español de la actualidad. Vi Escuela en Lisboa, hace tres años. El asunto de la lucha política armada resuena mucho en España, también en Galicia. Es un asunto muy complejo que Calderón aborda desde un lugar. Creo que tiene la ira, pero también tiene la paz. Me alegra que el caso de Jorge Mateluna vuelva a estar presente gracias a esta obra. Aún tengo en la cabeza la foto que se proyecta al final de la pieza.
¿Qué te parece la exploración que hace Manuela Infante en Aparato radical sobre un teatro post-antropocéntrico?
Me gusta mucho la escritura de Manuela y me interesan especialmente sus trabajos más íntimos. Hay un trabajo con el lenguaje, una política sutil. También el trabajo de Marcela Salinas. Trabajar desde el extrañamiento, pero nombrando lo que nunca se nombra. Manuela va por delante de la mayoría. Ojalá hubiera figuras como ella en España. Me encanta ver personas con esa capacidad de trabajo, esa vitalidad, esa profundidad. Al final, uno apoya trayectorias, no trabajos puntuales.