Inmigración, racismo y nacionalismo: La Patriótico Interesante vuelve a presentar su más reciente trabajo en Matucana 100
Por Karina Mondaca Cea
Hace tres años, la compañía La Patriótico Interesante comenzó una investigación sobre la inmigración. En aquel tiempo la llegada de extranjeros a nuestro país aún no cobraba la relevancia que tiene en la actualidad, pero de todas formas el estudio los llevó inevitablemente a otras temáticas relacionadas, como lo son el racismo y el nacionalismo, dos tópicos que se han hecho presente en la sociedad chilena durante el último tiempo.
Así surgió La Gran Amenaza, un montaje en formato de teatro callejero estacionario y con banda de rock en vivo, donde un grupo de oficinistas aburridos del tedio cotidiano se divierte haciendo parodias de negros, mapuches y peruanos. Pero a medida que continúan las bromas, se van develando sus prejuicios raciales, y entonces la paranoia se apodera del grupo: se sienten amenazados sus trabajos, su cultura y su país.
“La obra, si bien trata el tema de la inmigración, fue evolucionando hacia cómo desde el cotidiano, desde la puesta en práctica diaria del prejuicio, hacer asociaciones respecto a un otro inmigrante; puede ir derivando y escalando hacia una acción violenta, racista o nacionalista”, explica su director Ignacio Achurra.
Estrenada en enero de 2018, como parte del Festival Santiago OFF, el montaje cobró especial relevancia en el actual panorama social, donde diariamente ingresan ciudadanos de otros países a territorio nacional, muchos de ellos cuestionados, como es el caso de los provenientes de países como Haití.
Justamente una de las aristas que se trabaja a lo largo del montaje es la imagen del inmigrante, quien, en opinión de Ignacio, en la actualidad es entendido en básicamente como el inmigrante trabajador. “Es el inmigrante pobre que se convierte en la nueva clase trabajadora súper hiper precarizada, tanto en Europa como en Chile”, dice el director. “Lo increíble de esto es que se vuelve a replicar la pirámide social de hace 200 años, donde en la base de la pirámide está el negro, vulnerado en sus derechos, prejuiciado. De hecho, cuando se producen estas olas migratorias, los que antes ocupaban ese espacio de la base social, como eran los peruanos hasta hace unos años atrás, quedan un poco mejor ubicados en esa lógica, siendo que ellos eran los que hace unos años sufrían abusos en el ámbito laboral, y que en cambio ahora pueden ejercer poder sobre otros”.
Para Achurra esto no resulta extraño y uno de los motivos tiene que ver directamente con la fisonomía y apariencia física de las personas: “Chile se fundó sobre la idea de que es un país de origen prácticamente blanco. Siempre se ha mirado más a Europa, siempre se ha desestimado un componente afrodescendiente dentro del genotipo”. Y, ¿qué pasa con nuestras raíces? “El rasgo indígena, a través de lo mapuche, principalmente, siempre se incorporó como algo secundario y concretamente con lo del ‘guerrero’. Lo que el mapuche le había dado a esta sociedad blanca y chilena era el carácter aguerrido y nada más”.
A través de una oficina y sus trabajadores, la compañía presenta un espacio metafórico para mostrar “esta nueva, gran e inabarcable clase media chilena”, dice su director, quien, a su juicio, es un sector de la sociedad que cuenta con una mirada muy aspiracional con respecto a lo material, o a la visión de sí mismos. “La oficina contiene todos los valores de un país tan liberal como el chileno, donde hay mucha competencia, donde hay interés por surgir, mucha vanidad, etc. En ese contexto es que aparece un juego -uno absolutamente racista-, en el que estos personajes se validan menospreciando a estos supuestos otros”, explica el director.
¿En qué momento eso se transforma en una amenaza, como indica el nombre de la obra?
Es que lo que empieza a producirse en esta oficina es una suerte de paranoia nacionalista y racista que termina generando una gran violencia, empieza a instalarse una paranoia de una supuesta real amenaza. Lo que suele ocurrir en los países o en las sociedades que se sienten amenazadas, ya sea económicamente, identitaria o culturalmente por otros que vienen a “invadirnos”, “cambiar la raza y nuestras costumbres”; empiezan a radicalizarse los elementos que supuestamente nos cohesionan, los que suelen ser en torno a la idea de raza que tenemos y de nación propia.
Lo que tratamos de proponer es que, desde esos pequeños gestos racistas, como el chiste del “Negro de Whatsapp” hasta la idea de “colombianas putas”, se esconde una pulsión fascista. Hay una naturalización de estos temas, como lo que pasaba con el machismo o la homofobia. Durante años resultaba totalmente natural reírse de los homosexuales, de la sensibilidad o de la supuesta incapacidad física de las mujeres, e incluso hasta las mismas mujeres se reían. Pero ya no. Lo que no sabe la gente que se ríe a carcajadas del “Negro de Whatsapp”, es que el haitiano que trabaja como cargador en la Vega, le están pidiendo todo el día que muestre sus genitales, y cada vez que pueden, les bajan sus pantalones y le gritan que lo muestre. Para uno puede ser un chiste, pero al que le toca vivir esa naturalización de esa violencia, es injusto, es brutal.
Por eso la obra trata de mostrar un espejo bien crudo respecto a nuestra sociedad, una que se cree muy aceptadora, tolerante y muy libre, con una aspiración de blanquitud ridícula y que cae en estas prácticas racistas, nacionalistas; y que si no se controlan, si no se trabajan a tiempo, y se desnaturalizan, pueden llevarnos a horrores que ya conocemos en la historia de la humanidad.
La Gran Amenaza se presentará del 5 de marzo al 1 de abril en la explanada del Centro Cultural Matucana 100 (Av. Matucana 100, Estación Central. Metro Quinta Normal o Estación Central), fon funciones de jueves a sábado, a las 21.15 horas y los domingos a las 20.15 horas. Las entradas tienen un valor de $4.000 general y $3.000 para estudiantes y tercera edad, y los jueves populares $2.000. Tickets disponibles en boletería del recinto y online.