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12.1.2017 | None

Yuyachkani celebra 45 años en Santiago a Mil con el montaje “Cartas de Chimbote”

Yuyachkani celebra 45 años en Santiago a Mil con el montaje “Cartas de Chimbote”

La reconocida agrupación de teatro peruana presenta en el Festival Santiago a Mil Cartas de Chimbote, un montaje inspirado en la novela del escritor y etnólogo peruano José María Arguedas. “La obra se convierte en una analogía de nuestra mirada sobre el país”, señaló el director Miguel Rubio.

Por Diana Torres A.

La música y los cantos. La danza y las máscaras. Los vestuarios y la pulcritud en los detalles. Si a eso sumamos numerosas historias, que hablan del pasado y presente del Perú, de su gente y geografía, daremos con Yuyachkani. El Grupo Cultural andino, cuyo nombre en lengua quechua significa “estoy pensando” o “estoy recordando”,  ha sido reconocido como uno de los máximos exponentes del teatro peruano y Latinoamericano, y celebran 45 años de trayectoria con su último montaje Cartas de Chimbote  en el Festival Santiago a Mil.

En esta última producción el grupo decidió trabajar con uno de los autores peruanos más importantes y trascendentales de la literatura latinoamericana: José María Arguedas (Andahuaylas, 1911 – Lima, 1969) y su libro El zorro de arriba y el zorro de abajo. En palabras del director y miembro fundador, Miguel Rubio “era una deuda que teníamos con Arguedas, que es un escritor orientador y fundamental para conocer ese país desconocido, que era el Perú”.

Lo trascendental del autor, para la compañía, radica en que éste comprendió y plasmó en su trabajo la difícil realidad del indio nativo. Sin embargo, en su última novela los lectores conocen otra faceta del escritor y etnólogo peruano, “esta es una obra muy distinta a la línea narrativa de Arguedas que describe cómo es el mundo indígena. Él la escribe en la costa, en Chimbote, asombrado por ese reconocimiento del proceso de modernización y de auge de la industria. Eso vino  también como un fuerte componente cultural inmigratorio de  los indígenas de la sierra que bajaban a la costa a trabajar. Esos cambios de los que él escribe nos parece tan apasionantes, porque entras a una zona personal, de intimidad, de autoconfesión”, señaló Rubio.

Para llevar a escena este trabajo la compañía realizó una investigación por cuatro años, que los interiorizó en la vida y obra del autor, y que desembocó en un tejido de escenas que se cruzan con las cartas que el escritor intercambió con su sicoanalista chilena Lola Hoffmann y el antropólogo John Murra.

“Nosotros quisimos hacer la ruta de Arguedas, que es un recorrido por los lugares significativos de su vida. Con esta obra tenemos planes de ir al interior, a la zona andina y Lima. En el caso de Chile, Santiago es un lugar importante para él, parte de la obra está narrada en Santiago y además está casado con una chilena. Nos ilusiona mucho este viaje, porque es un poco ir tras sus pasos”, reflexionó el director.

¿Qué destacarías de la puesta en escena de este montaje, que se desmarca de otras obras del colectivo?

Yo diría que el desafío es poder hacerlo desde una aparente lectura de cartas, pero desde esa sesión de lectura de cartas es que nosotros generamos una escritura escénica y creo que tiene secretamente que ver con nuestra propia mirada, la obra se convierte en una analogía de nuestra mirada sobre el país. Creo que esa es una teatralidad sustentada en una economía de recursos, solamente el actor con los textos y generar las relaciones entre ellos y con los espectadores.

45 años y el reconocimiento

El camino ha sido intenso, no siempre se cumplen más de cuatro décadas de actividad teatral. En este proceso se han ido descubriendo y mutando, enseñando y promoviendo lenguajes escénicos. De hecho, “cuando nos preguntan hacia dónde vamos, respondo que fortaleciendo el lado pedagógico. Estamos revisando todos estos conceptos de teatro de grupo, creación colectiva, cultura de actor, pensar en dramaturgias latinoamericanas y nacionales, el teatro en la violencia, la búsqueda de una identidad en un país diverso culturalmente”, explicó Rubio.

La memoria y tradición son dos elementos fundamentales de esta agrupación, que se ha dedicado desde sus inicios, en 1971 a desarrollar un polo de investigación de las tradiciones culturales peruanas y latinoamericanas, una suerte de laboratorio de formación y desarrollo para actores en las que se estudia la voz, máscara, ritmo, dramaturgia, entrenamiento, uso del objeto, entre otros.

Paralelamente, han recorrido el interior de su país, como también han asistidos a encuentros y festivales de Colombia, Bolivia, Argentina, Brasil, Chile, México, Nicaragua, España, Alemania, Italia, China, entre otros países.

Montajes como Los músicos ambulantes (1983), Antígona (2000), Sin título – técnica mixta (2004), Con-cierto olvido (2010), y Cartas de Chimbote (2015), son en su mayoría, producciones que surgen desde una experiencia colectiva de creación, explicó su director.

“El primer valor fundacional del grupo es entender que el teatro no es un género literario, sino más bien, el teatro es esa relación efímera que se da en ese momento que tiene principio y final, que es el hecho escénico, entonces todo lo que sucede en esa relación de espacio tiempo con el espectador connota. Como nosotros hemos generado un propio lenguaje a partir de los saberes de los actores, es decir de lo que llamamos la cultura del actor, se van generando habilidades personales con las que los actores llegan a producir un material para escribir en el espacio, antes de escribir un texto literario, porque nosotros escribimos con el cuerpo, con los objetos, con la acción, y creo que eso ha sido la constante”.

Teatro y violencia

Miguel Rubio, Teresa Ralli, Ana Correa Benites, Rebeca Ralli, Débora Correa, Augusto Casafranca y Julian Vargas integran hoy el colectivo, en su mayoría tienen más de 30 años a cuestas y juntos han lidiado con el asedio y la violencia que vino de la mano de Sendero Luminoso, organización terrorista que buscó posicionar un régimen revolucionario campesino comunista a través de las armas. El terrorismo en el Perú se desató desde 1980, hasta el 2000, arrancando la vida a más de 30.000 personas.

En esa época el colectivo siguió luchando por sobrevivir, en medio de una sociedad polarizada en donde los matices no existían. “Hay un antes y después de la agrupación luego de ese período. Hay un Yuyachkani de la primera década, que es uno que tiene la película clara de lo que viene y una manera de enunciar. Cuando viene el período de la violencia creo que eso nos exigió no poder salir al interior del país, ni siquiera a la periferia de Lima, sino concentrarnos en el espacio que teníamos en la casa, y además ser sujetos de sospecha”, comentó Rubio.

Sendero Luminoso le declaró la guerra al Estado peruano, y el estado reaccionó de la misma forma a la hora de reprimir el movimiento, imponiendo terrorismo desde el Estado. “Nosotros estábamos al centro. La crítica del periódico más importante del Perú decía: Peligrosos juegos artificiales, como que sugerían un coqueteo con Sendero, y para Sendero nosotros éramos agentes del imperialismo y sus panfletos nos amenazaban de muerte y éramos sujetos de observación…nuestra casa estaba vigilada”, agregó.

En aquella época estrenaron Contraelviento (1989), un montaje que relata el testimonio de un indígena sobreviviente de la masacre de 1986 en Soccos, en Ayacucho. Para el director, la crítica era clara, pero no se dejaron amedrentar.

“Creo que toda esa experiencia de vida de tantos años nos exige que ese tiempo pongamos el acento en la creación de una memoria que deje material escrito, eso no significa que estamos dejando de crear, “tuvimos que generar un registro que hemos llamado mítico, es decir afinar la herramienta simbólica para poder hablar de nuestro repudio a la violencia y nuestra denuncia de lo que pasaba. Al mismo tiempo, descubrimos que Yuyachkani tenía también un fuerte componente urbano, que no habíamos sido conscientes”.

Finalmente, y respecto de los 45 años, ¿qué reflexiones vienen a su mente y cómo ven el panorama actual?

Creo que somos parte de una moderna tradición del teatro Latinoamericano que surge a mediados del siglo pasado, es un teatro que surge anunciando otras teatralidades vinculadas con los movimientos sociales. Todo esto que llamamos insurgencia teatral ha sido un poco mirar cómo nosotros podemos inventar nuestra forma y manera de hacer teatro y eso no siempre ha sido así, porque el predominio antes era el de las compañías de teatro, no había un ejercicio del teatro como un espacio de pensamiento crítico, es como que la apropiación de amplios sectores ciudadanos, sectores emergentes, acompañando a la movilización política y social, ha provocado el surgimiento de un nuevo teatro, nosotros somos parte de esa propuesta, que ha tenido esa expresión en Chile, Argentina, Colombia y más.

Cartas de Chimbote de Yuyachkani se presenta del 12 al 14 de enero en Teatro Universidad Católica a las 20:30h. El valor de las entradas es desde los $12.000 a $14.000 mil y se pueden comprar en Boletería Teatral ubicada en nivel 1 de Mall Costanera Center, en boletería de Centro GAM y Teatro Municipal de Las Condes, y a través del sistema Dale.cl. Más información aquí

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